Neymar, la carrera que pudo ser y nunca fue

La cinta en la frente con el "100% Jesus". La gambeta que desquició al Athletic. El fichaje récord por el PSG. La 'MSN'. La herencia de Pelé. Brasil. El Mundial. Neymar deja las grandes ligas. Este martes, se confirmó su traspaso al Al Hilal por unos 80 millones de euros. A pesar de haber superado ya la treintena de edad, periodo en el que los futbolistas tienden a ver reducido su valor de mercado, el '10' sigue moviendo riquezas. El problema es que dejará de mover riquezas. Unas son económicas. Otras son futbolísticas. La élite se despide, al menos de momento, de uno de los talentos de lo que va de siglo.
Aún le quedan varias temporadas por delante en su carrera, así que no se puede certificar que jamás vaya a volver. De hecho, en las últimas semanas, su nombre se ha podido leer con asiduidad en la prensa catalana, que azuzaba la posibilidad de que volviera al Barcelona. Hasta se conjeturó con una firma con la Liga Saudí que implicaría también pasar un año cedido en la Ciudad Condal, pero no ocurrió. Al azulgrana y a él siempre les quedarán Berlín y las previsibles cábalas de futuras ventanas de traspasos si brilla en Arabia. Y brillará.
Este punto y final -o aparte: dependerá de muchos factores- es el cierre de una carrera que pudo ser, lo fue a ratos y que, en bastantes sentidos, no lo fue. La perla de Santos, siendo tan solo un niño, destellaba con visos de irrumpir al otro lado del 'charco' como un 'crack' de época. Veinteañero y en su país natal, tuvo que escuchar miles de filípicas ya antes de que tuviera la oportunidad de ponerse a prueba. "Eso se lo hace a los defensas de allí. Aquí, se va a quedar con las ganas", decían.
"Estoy muy feliz de formar parte de esta historia Ya no hay nada más que puedan decir de mi", decía él, en 2015, después de ganar la Champions League por primera vez en su vida. Lo hizo con Leo Messi, con Luis Suárez y con Luis Enrique. Aquellos 'culés' regalan una sonrisa a todo aficionado que recuerde unos años de tridentes, de 'Clásicos' inolvidables y de emoción por contar con el mejor futbolista del planeta y un candidato firme a heredar su trono.
Neymar llegó a las grandes ligas con la presión de que, desde el primer día, se le comparara con Pelé y se le pidiera que tomara el testigo de Messi y Cristiano Ronaldo. Por edad, podía ser esa estrella que, en la actualidad, estaría haciendo de llave entre la era legendaria del argentino y el portugués mientras el colectivo futbolístico espera a que nuevos referentes como Kylian Mbappé y Erling Haaland devoren la década.
'Ney' buscó este éxito, pero le fue esquivo en demasiadas ocasiones. Las lesiones componen uno de los grandes obstáculos de su carrera. Se perdió demasiados partidos que le habrían ayudado a conseguir unas distinciones individuales en cuyas listas de favoritos siempre entraba porque su talento era tanto que era evidente hasta cuando el físico no le permitía volcarlo al verde. Ha tenido 9 oportunidades para ganar el Balón de Oro, 10 para el The Best, antes Jugador Mundial de la FIFA, y no logró recoger el galardón en ninguna.
A nivel colectivo, persiguió la tan anhelada Champions League a nivel de clubes desde su etapa en el Barcelona hasta sus años en el PSG, aunque, en el Parque de los Príncipes, se le atribuyó la carga de levantar el dorado proyecto de Catar. En verano de 2017, París pagó 222 millones de euros, una cifra récord, para invitarle a dejar la Liga Española y enrolarse en una escuadra que se construiría en base a su fútbol.
6 años más tarde, Neymar deja la capital de Francia con la meta aún en el tintero, donde Mbappé debe recogerla, de momento y a la espera de un verano de 2024 en el que volverá a dar de qué hablar durante todo julio y agosto. Su habitual socio para destruir a sus rivales de la Ligue 1 se quedó a las puertas de la gloria en 2020, juntos, cuando, en la final del Estádio da Luz y con Thomas Tuchel a los mandos, el Bayern de Múnich mandó al saco de los 'casis' una intentona más del '10' de completar la misión que se le había destinado 3 temporadas antes.
Con Brasil, la suerte tampoco le sonrió. Coincidió con las campañas de 3 Mundiales y 3 Copas América. No ganó ninguna, aunque figura como campeón honorífico, en cierto sentido, de la Copa América de 2019, que no pudo disputar porque se lesionó en los amistosos previos. Para sus compañeros, fue un apoyo vital y, por justicia deportiva, se le hizo partícipe de las celebraciones por mucho que su palmarés, técnicamente, no pueda acoger el entorchado.
2014 es otro recoveco doloroso de su trayectoria. En pleno apogeo individual, el Mundial iba a casa para que él lo recogiera y sellara al fin y por siempre las críticas que le han rondado desde que emocionaba a las gradas siendo solo un niño en Santos. En cuartos de final, sufrió una grave lesión por un rodillazo que, de haberse producido 2 centímetros más al lado, podría haber puesto fin a su carrera y a la vida tal y como la conocía entonces y la conoce ahora. No hubiera podido volver a caminar.
¿Quién le diría al Neymar de 2013, el que ganó a España la final de la Copa Conferaciones por 3-0, que aquel no era el pistoletazo de salida a una década legendaria con él como gran protagonista, sino la primera piedra de un tortuoso camino? La senda encontró sus rincones de alegría, sus inolvidables piruetas, ahora exportadas a Arabia Saudí, y temporadas imborrables en los libros de historia, pero estuvo plagada de 'casis'. Es lo que pudo ser, lo fue a ratos y, en muchos sentidos, no lo fue.