Ha cambiado la historia una barbaridad con respecto a 2014, año en que estos dos equipos, ahora en la cuerda floja, se enfrentaron nada más y nada menos que en la final de un Mundial.
Desde entonces, la cuesta abajo ha sido monumental, especialmente para una Alemania que debía afrontar este exigente amistoso sin su referente en la sala de máquinas, Toni Kroos, al que echó bastante en falta.
Sin embargo, la primera parte fue de auténtico dominio local. Fue incontestable. De hecho, Argentina no pudo reaccionar ante la tremenda efectividad del equipo de Joachim Löw. Menos mal que pronto vuelve Messi...
Pasado el primer cuarto de hora, un Gnabry que está de dulce aprovechaba un rechace en el área para meter la puntera e introducir los nervios en la columna vertebral de Argentina.
La 'Albiceleste' empezó a perder balones sin sentido, y Alemania sacó rédito de todo ello por una banda derecha que fue un dolor de muelas para Scaloni. Por allí también llegaría el 2-0...
Alemania estaba en su salsa y exprimió el gran momento de Gnabry, que encontró en el segundo palo a Havertz con una asistencia magistral. El desorden en Argentina era demasiado indiscutible.
El 3-0 estuvo a punto de llegar con el zapatazo de libre directo de Halstenberg. Argentina no daba señales de vida y, entre los más conocidos, echó en falta a un desaparecido Dybala.
Pero el descanso cambió a Argentina. Bueno, más bien el carrusel de cambios de Scaloni. Dybala dejó su sitio a Alario y este recortó distancias con un cabezazo inapelable. Había vida para la 'Albiceleste'.
Alemania fue perdiendo consistencia y sensación de grupo con el paso de los minutos. Los de Löw perdieron balones muy tontos y nadie tomó el mando en el centro del campo.
Tras asistencia de Alario, Ocampos remató en el área para el empate y protagonizó un grito de orgullo argentino. La revancha estaba medio tomada. Alemania se marchó entre pitos y recuerdos de un tiempo pasado que fue bastante mejor...