Seamos francos. No ha sido un partido bonito. Ni para el espectador imparcial, ni para los aficionados 'pepineros' o 'rojillos'. El primer tiempo distó de ser de esos que crean afición, y el segundo, aunque estuvo algo más animado, tampoco estuvo a la altura.
No hubo dominador claro en ningún momento. El Leganés jugó fiel a su propuesta de sacar el balón jugado y no rifarlo, mientras que Osasuna estuvo plantado a la defensiva, jugando a la contra y con balones largos.
Acción y reacción, lo llaman, y como resultado presenciamos un primer tiempo muy igualado. Hubiera sido genial, pero no lo fue, porque el juego no fluyó. El partido era interrumpido una y otra vez, por faltas o por errores que provocaban saques de banda y puerta.
Tampoco ayudó al ritmo del partido el VAR, que intervino en una ocasión en el primer tiempo (y en varias más en el segundo), por una posible mano en el área de Estupiñán que Alberola Rojas decidió no sancionar con penalti.
Hubo que esperar 28 minutos para presenciar el primer tiro a puerta del partido, y ni siquiera fue memorable. El Chimy Ávila le pegó muy forzado y Cuéllar detuvo sin problemas.
Osasuna se cargó de tarjetas en el primer tiempo (vio tres), prueba del juego duro y la poca intención de dejar hacer a su rival que tuvieron los pupilos de Jagoba Arrasate durante el encuentro.
El partido se fue al descanso entre bostezos. Los primeros 45 minutos transcurrieron de forma perezosa, sin que nada ocurriera, y todos cruzaban los dedos para que algo ocurriera en la segunda parte.
Y... no. No pasó. Al menos no al principio del segundo periodo. El partido siguió el mismo guión hasta que en torno al 50', el Leganés metió una marcha más.
Osasuna había decidido aportar algo nuevo. Estupiñán, quien se vio bastante libre de marca durante el primer tiempo, empezó a sumarse al ataque. Arrasate cayó en la trampa de Pellegrino. Rosales hizo lo mismo, le ganó la espalda a su par y por la banda izquierda de Osasuna empezó a llegar el peligro.
En menos de cinco minutos, tres ocasiones de manifiesto peligro, las tres de En-Nesyri. La conexión con Rosales empezaba a dar sus frutos, y se cosecharon finalmente en el 59'.
Rosales le ganó la espalda una vez más a Estupiñán, se llevó el balón, lo centró a En-Nesyri, pero su cabezazo lo repelió Rubén. El esférico le cayó a Braithwaite y este remató a placer, aunque el cancerbero 'rojillo' llegó a tocar de nuevo el balón.
Gol para el Leganés que Butarque celebró con euforia, solo para echarse a temblar al ver a Alberola Rojas con la mano en el oído. El VAR había vuelto a entrar en acción, y determinó que hubo mano de Rosales en el control previo al centro.
Su gozo en un pozo. Pellegrino movió ficha, metiendo a Recio al campo, y Arrasate hizo lo propio con Marc Cardona. Y en esas, en prácticamente la única que tuvo Osasuna en el segundo periodo, el gol.
Recibió el Chimy Ávila en la frontal, amagó y sin pensárselo más, remató duro y con efecto, imparable para Cuéllar. Osasuna se había adelantado, poniendo contra las cuerdas al Leganés.
Era el minuto 75, y Butarque sabía que aún había tiempo. Marc Navarro y José Arnaiz entraron al campo y el Leganés se volcó al ataque, de forma estéril. Sí, volvíó a marcar, pero otra vez En-Nesyri vio como se lo anulaban por fuera de juego.
Los últimos minutos fueron un asedio de manual. Osasuna se encerró en su área, y Rubén se convirtió en el salvador de los primeros tres puntos con un par de paradas de mucho mérito. En-Nesyri hoy soñará con él.
El encuentro terminó de la peor manera posible para el Leganés. Frustrados y cansados, acabó ocurriendo lo que nadie quiere. Óscar se pasó de frenada y realizó una feísima entrada sobre un rival. Alberola Rojas le enseñó la amarilla pero Munuera Montero le sugirió volver a ver la jugada en el monitor.
Y el colegiado acudió, otra vez, a la tele a pie de campo para comprobar que lo que había parecido una fea entrada en directo era, en realidad, un entradón criminal que merecía roja directa. El cansancio y la frustración hicieron que el Leganés terminase el partido con diez efectivos.
Osasuna, vigente campeón de Segunda División, se estrenó en su vuelta a la élite con un triunfo sin brillo, y que deja entrever lo que serán los 'rojillos' lejos de El Sadar, un equipo rocoso, difícil de ver, pero muy eficaz si tiene la oportunidad.