De Getafe al cielo

El partido más importante de la carrera de muchos de los 22 futbolistas que saltaron al campo no defraudó. En un Coliseum casi hasta la bandera y con ambiente a fútbol de Primera, ambos equipos se dejaron llevar por la motivación y el ansia de goles desde el primer minuto... algo que benefició al espectáculo pero debió desatar la ira interior de los técnicos.
Inicio decisivo
El choque se puede resumir casi en los primeros 15 minutos. En ese tramo temporal se pudieron ver tres goles, un penalti claro al Getafe no pitado y un fuera de juego en la primera jugada de ataque que no debió ser señalado y que perjudicó claramente al Tenerife.
Faurlin fue el primer protagonista del choque. El elegido para anotar el primer tanto aprovechó un balón muerto en el área tras un mal despeje a la salida de un córner y empató la eliminatoria para tranquilidad de una inquieta afición azulona.
Dos minutos le bastaron a Pacheco, el verdadero héroe de toda la ciudad de Getafe, tras el 1-0, para aumentar la renta en el marcador. Lo hizo al aprovechar un balón puesto en el corazón del área grande. Su remate, fuerte y por bajo, fue inapelable.
Pero la alegría del 2-0 se evaporó en sólo cuatro minutos a causa de un tanto de Lozano tras una genial internada de Shibasaki por la banda izquierda. Un gol que aupaba, de manera temporal, al Tenerife a Primera División.
Tras experimentar la locura, tanto Getafe como Tenerife se tranquilizaron y el partido bajó notablemente de revoluciones. Al ritmo de un partido normal, jugadores como Portillo, una pesadilla por la banda, Jorge Molina, ganador de casi todos sus duelos particulares, y Amath, quien no dejó de buscar nunca el gol, asumieron galones.
El 'segundo partido'
El final del intenso primer tramo del partido dejó un encuentro nuevo. Ambos equipos tocaban con más cautela, pero no se veían muy claros en defensa, por lo que destacó el juego de bandas y los balones colgados al área.
Por debajo en la eliminatoria, el Getafe supo bien cuando marcar. Lo hizo cuando se vislumbraba ya el paso por vestuarios. Jorge Molina culminó una buena jugada colectiva que acabó rechazando Dani Hernández. Pacheco, atento a todo lo que ocurría en el área, la empujó, asestándole un golpe psicológico tremendo al Tenerife.
El contraste hecho fútbol
Todo lo que tuvo de emoción e intensidad la primera mitad, lo tuvo de prudencia la segunda. Tanto Getafe como Tenerife, conscientes de que un gol cambiaría mucho las cosas, salieron a defender y a tratar de contragolpear de la mejor manera posible.
El cansancio de la tensión inicial se notó muchísimo y ambos equipos bajaron varias marchas. También se crearon espacios que provocaron un buen número de jugadas de peligro. Pero la historia estaba escrita.
No pudo marcar Faurlin desde la frontal por una mano tremenda de Dani Hernández ni tampoco pudo hacerlo Amath, a falta de dos minutos, con una chilena que se marchó por centímetros. El Getafe estaba llamado a recuperar el oro. Y el Tenerife tendrá que esperar otro año más.