El jugador fue sancionado por llegar tarde a un entrenamiento y tenía que hacer frente al pago de 50 libras. Ni corto ni perezoso, Vigouroux aceptó el castigo pero decidió cumplirlo a su manera. El meta se presentó en las oficinas del club con 5.000 monedas de un penique, dispuesto a acabar con la sanción.
El Swindon Town no ha encajado bien los métodos del futbolista y han decidido rescindir su contrato. Así, ahora vuelve a ser jugador del Liverpool.
El club de Anfield tendrá ahora que buscarle acomodo, ya que tiene tres metas en la plantilla que imposibilitan la continuidad de Vigouroux.