Panenka, sobre su mítico penalti: "Si lo fallo, me hubiera tirado 30 años en una fábrica"

Final de la Eurocopa de 1976. En Belgrado. Antonin Panenka camina decidido hasta el punto de penalti para disparar el último tiro de la tanda por parte de Checoslovaquia. Hoeness ha fallado y, si lo marca, Checoslovaquia, el comunismo, habrá derrotado a Alemania, el bloque occidental.
El centrocampista checo no duda. Innova. Toque sutil por encima de Maier y golazo. Título para los checoslovacos y, sin quererlo, historia del fútbol. Porque ese lanzamiento, patentado por él mismo, se convertirá, desde ese momento, en un tipo de lanzamiento único, que será repetido por los futbolistas a lo largo del medio siglo venidero.
Panenka, ya rebasados los 70 años, sigue recordándolo como si fuera ayer: "No soy un matemático para saber cuántas veces lo he visto. Lo que sí que puede decir es que mi penalti ha viajado a través del tiempo".
El ex jugador recordó en una entrevista con 'AS' la importancia que tuvo aquel gol. "Si lo fallo, hubiera estado trabajando 30 o 40 años en una fábrica como aprendiz. Aquel penalti era una cuestión política. Si no hubiese marcado ese penalti, habría dañado el comunismo", apuntó Panenka.
El checoslovaco no sería flor de un día. Si bien no se le recuerda en grandes clubes europeos, durante las posteriores competiciones de selecciones se pudo seguir observando su calidad. En el Mundial de España, sin ir más lejos, volvió a repetir con dos buenos goles, de nuevo de penalti, a Kuwait y Francia, ambos en Valladolid.
No fue su único lanzamiento mítico desde los once metros. Panenka recordó que él ya hizo con Karol Dobiak, mucho antes que Cruyff, el famoso penalti indirecto: "Para mí no es nuevo, porque con Karol Dobiak, mi mejor amigo y compañero en el Bohemians, lo hacía cada sábado. Fuimos también primeros en eso".
Para concluir, una gran anécdota. Jamás vio jugar a su ídolo, el brasileño Didí: "Un día estaba leyendo el periódico y vi una foto pequeña y bonita en blanco y negro. Era de Didí. Inmediatamente me enamoré de él porque el nombre era corto, se podía recordar con facilidad y llevaba puesta la camiseta de Brasil. Fue mi héroe y empecé a llamarme Didí cuando jugaba con mis amigos en la calle sin saber realmente cómo jugaba Didí. Nunca vi jugar a Didí".