Un empate que no sirve de nada. Así se puede resumir el encuentro para el Sporting de Gijón y para el Málaga, que pese a las ganas de llevarse los tres puntos, se repartieron el botín.
Ganar es necesario para los objetivos de ambos. Los primeros, para acercarse al 'play off'. Los segundos, para soñar con la permanencia, pero la gélida noche en El Molinón no dejó ni siquiera un gol.
El aliciente de ver a Pellicer era suficiente para la afición malaguista, pero el nuevo técnico, que volvía al banquillo blanquiazul, no fue capaz de estrenarse con una victoria.
Sorprendió, eso sí, al dejar a Febas y a Rubén Castro en el banquillo. Le pudo salir bien, pues las mejores ocasiones llegaron con ellos recién entrados en el partido.
El Sporting, que quiere mirar hacia arriba, lamentó la posición antirreglamentaria de Víctor Campuzano, después de una gran jugada a la contra que finalizó con gol Aitor García, pero que no subió al marcador.
Conscientes de lo que se jugaban ambos conjuntos, la intensidad en las faltas creció con el paso de los minutos. Perder no era una opción ni para Sporting ni para Málaga, y así se lo dijeron en el campo.
En los últimos minutos le entró el miedo al Málaga. Dejó el balón al Sporting, se resguardó atrás y prefirió amarrar un punto en la titánica lucha por salir del descenso.