El Borussia Dortmund, uno de los favoritos de la competición, se estrenaba ante el Krasnodar, rival asequible a priori. Pero ya sabemos que en el fútbol, no hay que fiarse de nadie. Y bien lo aprendieron los alemanes si es que aún no lo sabían.
Con un once prácticamente de gala, el Dortmund encajó el primer tanto a los doce minutos del encuentro. Mamaev fue el más listo de la clase, al adelantarse a todos, Wiedenfeller incluido, y cazar un pase de la muerte de Smolov.
Por suerte para los locales, Ginter empataría el partido al filo del descanso, con un soberbio cabezazo a pase de Park, que a la postre sería el héroe de la noche.
El Dortmund estaba desquiciado. El gol no les alivió: su rival seguía cerrado, metido en su campo, sin conceder espacios, ni se vislumbraban grietas, o un eslabón más débil por el que entrar. No había manera.
Y así transcurrieron los últimos cuarenta y cinco minutos. La entrada de Kagawa por Schmelzer dio control del balón, Weigl por Castro, oxígeno, Ramos por Aubameyang, fundido, potencia en los últimos metros.
El Dortmund no jugaba mal, pero no lograban romper el muro defensivo. Y chutaron bastante a puerta, casi el doble de veces que su rival en todo el partido, tiros fuera incluidos.
Y en el tercer minuto del descuento, un centro de Ginter que no logra cabecear Ramos, Park lo engancha con un cabezazo en plancha ante el que nada pudo hacer Dikan.