Con caras nuevas e iniciando la revolución que necesita la Selección de Italia para volver a ser lo que en su día fue, al equipo de Mancini se le vio parco en ideas, aunque con la intención de dominar desde el principio. La Selección de Polonia salió con nombres más destacados, los que no tardaron en despuntar.
Donnarumma tuvo bajar de los cielos para evitar un jarro de agua fría sobre Mancini en tiempo récord. Lewandowski bajó el balón como lo debe hacer un delantero puro y le puso la alfombra roja a Zielinski, que llegó montado en la moto y que se quedó prácticamente sin campo para encontrar otro camino más fácil hacia el gol.
Polonia tardó en despertar de nuevo y a cuando estaba a punto de cumplirse la primera media hora, Krychowiak puso de nuevo en aprietos a un Donnarumma que aguantó hasta que pudo. Arreón tras arreón, Lewandowski volvió a ser pesadilla al formar dúo con Zielinski, que solo tuvo que poner la bota para firmar un disparo a bocajarro y poner por delante al combinado polaco.
Bernardeschi dio esperanzas antes de una primera parte que se resumió en dos paradas, un gol y no demasiado fútbol.
A Mancini le queda mucho que trabajar, pero a Italia pocas veces hay que darla por muerta. Fue de nuevo Bernardeschi el que salió con ganas de fiesta del túnel de vestuarios, aunque con el punto de mira algo desviado.
Con el partido roto llegó la jugada polémica. Blaszczykowski se la jugó entrando por detrás a Chiesa y cometiendo un discutido penalti, puesto que pudo tocar el balón antes de la pierna del italiano. En cualquier caso, el colegiado pitó penalti y Jorginho engañó a Fabianski con un lanzamiento potente a su derecha.
La Selección de Italia acabó embotellando a una Polonia que intentó revolverse cuando ya no había tiempo para más. Empate justo en un encuentro a trancas y barrancas.