Que le pongan un altar a Whalley

Digan lo que digan los más puristas del deporte rey, un portero tiene la capacidad de ganar partidos. Para los más agnósticos sobre dicha ley no escrita del fútbol, que se pongan en diferido el choque de este miércoles en el Carlos Belmonte.
El Albacete recibió al Castellón en un duelo con la permanencia y el descenso muy presentes en ambos bandos y con una necesidad vital de firmar los tres puntos. Por lo legal o por lo criminal.
Un partido que se intuyó lento e insípido en un principio, pero el ritmo inicial sorprendió a todos. Ambos bandos empezaron golpeando con peligro. Primero fue Jorge Fernández para los visitantes, que tuvo dos voleas desde la frontal peligrosas, pero que se marcharon desviadas.
Solo 15' después de comenzar el juego, el árbitro pitó penalti de Carlos Delgado, que le dio con la mano a un balón peinado de Gorosito. Lanzó Ortuño, pero Whalley, que ahí comenzó su 'show', adivinó la intención y evitó que el 0-0 se moviese.
También lo intentó el más que incansable Zozulia, que a nada estuvo de hacer uno de los goles de la jornada después de rematar de tacón un centro raso de Benito, pero su ingenio quedó frustrado tras ver cómo se marchó el esférico rozando el palo derecho del arquero rival.
El empate se mantuvo hasta el descanso. Al salir de vestuarios, el conjunto manchego, que fue superior en la primera parte, siguió mostrándose mejor que su rival. Aunque esto no justifica nada. Y menos en una Segunda tan igualada como interesante en todas las partes de la clasificación.
Jorge Fernández, que ya lo intentó por partida doble anteriormente, hizo buena una fabulosa asistencia con el exterior de Bodiger, que vio a la defensa manchega despistada y aprovechó el error. El '21', en un uno contra uno ante Nadal, no falló para poner el 0-1.
A partir de ese momento, la escuadra de Alejandro Menéndez lo intentó una y otra vez, pero siempre se estrelló contra el muro que construyó Whalley bajo palos. Óscar estuvo espléndido de principio a fin y salvó todo un torrente de ocasiones. La más inverosímil, un paradón abajo a un disparo de Ortuño, que no se pudo creer todo lo que atajó el guardameta.