Básicamente, a partir de ahora, si la pelota pega en el brazo de un jugador, será mano. Si los jugadores amplían el volumen de su cuerpo con los brazos y el balón les pega en ellos, será falta.
Se acabó el supuesto de la intencionalidad. Los jugadores ahora serán responsables en todo momento de cómo tengan colocados sus brazos, y sólo primará la intencionalidad en el caso de los rebotes.
Así lo explicó Velasco Carballo, del CTA, a principios de año. "Habla del movimiento del balón a la mano, de manos apoyadas en el suelo y manos rebotadas. Un jugador que no hace ningún movimiento pero hace equilibrio, el árbitro no debe sancionar mano", comentó.
"Si el jugador realiza algún movimiento el árbitro valorará. En las manos rebotadas normalmente no serán sancionadas", matizó el ex colegiado español.
Entonces podemos decir, en resumen, que a partir de ahora, todo balón que toque en un brazo o mano será castigado con falta. Ya no importará que el jugador lo tenga apoyado en el suelo mientras se desliza a tapar un centro.
Este cambio del reglamento, en teoría, ayudará a los colegiados a dirimir las situaciones polémicas durante los partidos, en las que serán además asistidos por el VAR. El objetivo es eliminar en la medida de lo posible el error humano y la dependencia de los criterios de apreciación.