Rayo y Celta empatan en un partidazo de 45 minutos

Un partidazo de 45 minutos y un segundo 'round' menos apetecible fueron los factores del reparto de puntos entre el Rayo Vallecano y el Celta de Vigo en la jornada 12 de Primera División. Los dos contendientes imprimieron un ritmo muy entretenido en un principio que, ya fuera por el cansancio o porque se agotó la inspiración, fue a menos hasta morir en 0-0.
Los de Andoni Iraola, en líneas generales, se supieron mejores. Les costó entrar en calor, eso sí. En un principio, eran los gallegos los que dominaban aunque las gradas soliviantaran a los suyos para evitarlo. Solo el correr del cronómeto y varios ajustes tácticos del entrenador pusieron fin a esta situación.
La solvencia atrás y la efectividad arriba dieron la vuelta a la tortilla para que fueran los locales los que se hicieran con el gobierno del encuentro desde que el marcador ya había engullido la media hora inicial. En defensa, Catena continúa demostrando por qué lleva teniendo nivel de Primera desde hace un par de años. Se erigió en el mejor pilar de su zona y, con Santi Comesaña pivotando y vertebrando la salida de pelota, solo faltaba salsa arriba.
Con Isi y Falcao, el equipo siempre mostró más mordiente que el Celta. El '7', incluso mejor que el '3', se convirtió en un quebradero de cabeza para todo par que le retara. Pero su actuación va más allá del desborde que le caracteriza. Se personó en campo propio tanto para ayudar al corte como para recibir balones y subirlos al ataque.
Que estos dos futbolistas se entendieran bien arriba fue clave porque uno complementaba al otro. El 'Tigre', hambriento de gol, aprovechaba prácticamente cada cuero que sus botas acogían para poner a prueba a Dituro. El cancerbero, si bien no tuvo que afrontar ningún tiro imposible de parar, actuó cuando debía actuar para mantener su meta a cero.
En la otra punta del campo, Dimitrievski también tuvo trabajo, aunque no tanto como su homólogo. En el Celta, daba la sensación de que faltaba algún referente arriba como lo eran Isi y Falcao en el Rayo para no recurrir a testarazos mansos o chuts lejanos que iban fuera. La mejor ocasión, un remate forzado de Galhardo a un centro teledirigido de Solari, quien había entrado pronto al campo porque Santi Mina sufría de molestias físicas.
Afortunadamente para Eduardo Coudet, su zaga dio la talla y evitó prácticamente siempre que Falcao dispusiera del hueco necesario para enfilar el atinado golpeo de pelota que le caracteriza. Tapia o Murillo, de los más destacables, una buena y mala noticia a la vez porque elogia el buen hacer defensivo y evidencia la falta que hizo que el mejor hubiera sido un delantero.
Este relato de sensaciones, líderes de uno y otro plantel, oportunidades e intervenciones de los porteros corresponde a la primera parte, cuando el duelo pudo calificarse de partidazo. Ya en la segunda, el ritmo fue a menos, las llegadas se disipaban, las tarjetas amarillas y faltas se proliferaron y la tónica fue de impotencia.
Falcao e Isi agotaron sus pilas; Iago Aspas, cuando entró al campo, no consiguió achispar la propuesta del Celta más allá de un intento de falta y, al final, tocó firmar las tablas. Saben amargas tanto para uno como para otro conjunto porque había materia prima para que el luminoso hubiera acogido goles y, por tanto, opciones de victoria para ambos, aunque el Rayo mereció un poco más.