El salvador de Tala

Tala es una pequeñita urbe del norte de Uruguay, del apetitoso departamento de Canelones. Un lugar que podría ser de peregrinación para el 'gironí' más enfermizo. Allí nació y se crió Cristhian Stuani, al que en Montilivi veneran como a un salvador. Este martes, el charrúa lo volvió a hacer: salió desde el banquillo, marcó el gol de la victoria y le dio la permanencia virtual al Girona ante un combativo Real Valladolid.
Desde que certificó el descenso, el Pucela parece más liberado. Es más valiente, lo intenta más. A veces tiene sus vicios, pero al menos ya le da igual el qué dirán porque total, para qué. Pero en dinámicas así, todo lo que puede salir mal, sale mal. Y es lo que le ocurrió: dominó por fases, tuvo buenas ocasiones, estrelló un balón en el larguero y Hein salvó todo lo que pudo, pero no fue todo lo que hubo.
Stuani salió al campo en el minuto 71 por un Abel Ruiz que era titular por primera vez en un mes. En el 80', el delantero de 38 años estaba celebrando su décimo gol de la temporada. El octavo saliendo como suplente del mejor revulsivo en la historia de Primera División. Los datos le acompañan y en Girona celebran la bendición que es tenerle.
Míchel se fue abrazado con el uruguayo y con una sonrisa de oreja oreja tras liberar la tensión de unos últimos meses durísimos, pero durante los 80 minutos anteriores al gol, su gesto fue bien distinto. Abroncó varias veces a su equipo pidiendo tensión ante un Real Valladolid que como decíamos, hizo un buen partido ya liberado de la presión y ante un público frío y escaso que al menos no lo abroncó. Es duro cuando te sienta mejor jugar solo que acompañado.
En la primera mitad, los buenos intentos de Chuki o Raúl Moro comprometieron a Paulo Gazzaniga. Y tras la lesión del canterano, Iván Sánchez estuvo muy activo tirando diagonales y probando al portero argentino. Respondería el Girona con una serie de buenas oportunidades a las que reaccionó Karl Hein con buenos reflejos. En especial a un remate cruzado de Portu.
Yáser Asprilla también pudo tranquilizar antes a Míchel, pero no lo hizo entre sus propios desaciertos y el tino de nuevo de Hein. Nada más empezar la segunda parte le sacó un mano a mano al colombiano y el Pucela se vino arriba con el larguerazo de Anuar y el penalti de Alejandro Francés que señaló el árbitro. Pero duró poco la euforia: Quintero González fue al VAR y dijo que no había mano, que la tenía pegadita al cuerpo.
El partido se fue viniendo abajo y ni los cambios le daban vida. Hasta que llegó Stuani. Tsygankov se chupó una falta lejanísima en la que buscó sorprender por raso. El esférico le cayó suelto a David López tras un par de rebotes y el defensa, que amagó con el disparo y atrajo a todo el mundo, acabó dando el pase al área pequeña para que el '7' blanquirrojo empujara a gol. Al gol de su salvador. Un gol que sabe ya a salvación virtual.