Las sensaciones eran bien distintas; las necesidades, parecidas. El Zaragoza llegaba tras mostrar una imagen bochornosa y llevarse una goleada en Son Moix. El Nàstic mereció más ante el Málaga.
Sin embargo, la tabla no perdona. Mientras unos arden en el último puesto de la clasificación, otros notaban el fuego del farolillo rojo. Con tan solo 24 puntos se queda el equipo de Enrique Martín, casi desahuciado.
Y es que el deshaucio del conjunto tarragonés comenzó demasiado pronto, más concretamente en el minuto cuatro de encuentro, cuando Verdasca aprovechaba una indecisión de la defensa tras un saque de esquina.
Era un auténtico vendaval el equipo de Víctor Fernández, que salió con una dupla de 'killers' que bien merecía la ocasión. Álvaro Vázquez y Linares se encontraron y tuvieron en varias ocasiones el gol en sus botas.
La defensa del Nàstic fue un chiste y volvió a dejar claro que no funciona con el sistema de tres centrales. Al 20' de juego, Pep Biel aprovechó el excesivo espacio que le dejaron y sacó un latigazo imparable para Bernabé.
Muestra de clase
El meta andaluz salvó en más de una ocasión lo que podría haber sido una goleada muy prematura. A Delmás, sin embargo, no pudo frenarlo. Cabalgada espectacular del '22' y disparo cruzado con la menos buena. 3-0 y al descanso.
Enrique Martín se dio cuenta de su error al no alinear a Kanté, que en la segunda parte, tras sustituir a Burgui, acabó siendo de lo más destacado del cuadro grana. Aunque con permiso de Luis Suárez, que estrelló un balón en el poste con 2-0 y estuvo igual de impetuoso que siempre.
Pombo entró y rozó el cuarto, mientras que Víctor reservaba a los mejores para la próxima jornada, en la que el Zaragoza deberá visitar el Carranza. Cristian Álvarez, por otro lado, se encargó de desesperar por completo al Nàstic, con hasta cuatro paradas de mucho mérito.
Finalmente, triunfo justo para un Zaragoza que toca con las yemas de sus dedos la permanencia y que deja tocado y prácticamente hundido a un Nàstic que sigue sin levantar cabeza del hoyo.