En un partido pleno de intensidad y entrega, Getafe y Valladolid terminaron dándose la mano, repartiéndose los puntos y entendiendo que su rival de este viernes está bien formado. Dos equipos compactos, que saben a lo que juegan y que ya han anticipado en este inicio que se lo pondrán difícil a cualquiera.
Llegaban los pucelanos plenos de moral al Coliseum pese a que la pasada jornada no sumaron. Sin embargo, tutear a todo un Barcelona siempre es un buen plato para agrandar los automatismos de una plantila que ha sumado refuerzos importantes que poco a poco comienzan a rendir.
Fue el Getafe, una piedra en el zapato desde que llegó Bordalás, el que sumó al saco la primera ocasión. Fue de Mata, que no estuvo nada acertado ante su ex equipo. Iván Alejo coqueteó con su par, le dejó atrás y la puso para que el ariete la estrellara contra el cuerpo de Masip.
Si esa parada fue buena, la doble intervención de David Soria en el 33' aumentó el nivel. La primera estirada tras un cabezazo en un córner, sensacional. Su reacción para repeler un segundo remate casi en la línea, aún mejor. Fue la última ocasión de una primera mitad que se esfumó entre tarjetas amarillas.
En la segunda todo se descontroló, para bien del aficionado. Soria volvió a lucirse en el 49' y en el 52', mandando al limbo dos buenos intentos de Óscar Plano y Unal. Ángel respondió y el encuentro tomó una velocidad de crucero más que interesante, culminada con un remate al palo de Maksimovic que pudo cambiarlo todo.
Ahí se acabó la salsa. El Getafe apretó con mucho corazón, pero este Valladolid sabe lo que se hace. Sergio y Bordalás quemaron sus naves en busca de un tanto salvador que no llegó. Sí un punto que no sacia el apetito, pero alimenta lo suficiente para seguir peleando con lo que esté por venir.