Hundido en un mar de penas en la Premier, el Liverpool encontró la alegría y regresó en Budapest. El cuadro 'red' fue superior a un RB Leipzig que regaló dos goles con sendos errores defensivos. Una losa demasiado pesada ante un seis veces campeón de Europa que quiere volver a tocar la gloria como en 2019. El primer paso lo ha dado. Y eso que los instantes iniciales del encuentro hacían pensar en un nuevo tropiezo 'red'.
Como de costumbre, el equipo de Julian Nagelsmann salió dispuesto a imponer un ritmo eléctrico al partido para amilanar a un Liverpool que llegaba con dudas. Esas dudas pudieron transformarse rápidamente en un 1-0 que hubiera cambiado mucho la historia del partido, pero la madera se alió con un Alisson que vio como su palo derecho repelía un cabezazo en plancha de Dani Olmo.
El intento fue toda una declaración de intenciones por parte del conjunto propiedad de Red Bull, que ejercía una presión muy alta para dificultar la salida de balón de un Liverpool que en los primeros minutos quería tener el esférico, pero no encontraba el camino para acercarse al área de un Gulácsi que pronto tendría el primer susto.
Un fallo de Salah que cambia la tendencia
Fue obra de un Salah que, con el paso de los minutos, se convirtió en un auténtico incordio para la zaga germana. En su primer mano a mano del duelo, el egipcio buscó picar el esférico, pero el meta del RB Leipzig le adivinó la intención. La acción, pese a no acabar en gol, cambió el rumbo del encuentro.
La ocasión metió el miedo en el cuerpo a un RB Leipzig que reculó y envalentonó a un Liverpool que comenzó a atosigar a su rival y a tener el dominio posicional, aunque este no se acababa de traducir en ocasiones claras de gol, con el riesgo que ello suponía ante la posibilidad de contragolpes de un equipo alemán que tuvo la suerte arbitral de cara poco antes del descanso.
Cuando corría el minuto 36, Firmino remató en el área pequeña un centro de Mané tras una jugada embarullada. El balón acabó en el fondo de la red, pero el asistente del colegiado había señalado con anterioridad que el balón había salido por línea de fondo. Una decisión de lo más discutible, pues las imágenes dejaban lugar a la duda.
Con el 0-0 se llegó a un descanso que el RB Leipzig parecía agradecer más que un Liverpool que fue de menos a más. Tras el paso por vestuarios, la tendencia siguió y el cuadro 'red' dejó más que encaminado su pase a los cuartos de final en 45 minutos de tortura para unos pupilos de Nagelsmann que se inmolaron en Budapest.
Dos errores que te sacan de la Champions
Y es que pese al dominio del cuadro de Jürgen Klopp, este no encontró el camino del gol hasta que en el minuto 53 Sabitzer, en un error imperdonable, cedió un esférico atrás que dejó absolutamente solo a Salah ante Gulácsi. El '11', en un ejercicio de sangre fría, definió como los ángeles y, con un disparo raso, puso el 0-1 en el Puskás Arena.
No tuvo ni tiempo para reponerse del mazazo cuando el RB Leipzig volvió a pegarse un tiro en el pie. Esta vez fue el turno de Mukiele, que midió de manera horrible un balón en profundidad por alto y dejó mano a mano a Mané ante su guardameta, El senegalés, al igual que Salah, definió con un disparo raso y puso en el 58' un 0-2 que fue la sentencia.
Desde entonces, ante la necesidad, el equipo de Nagelsmann dio un pase hacia delante, pero el equipo de la famosa marca de bebidas energéticas fue un quiero y no puedo ante un Liverpool que puso orden y aguardó atrás a la espera de una ocasión a la contra para meter el mazazo definitivo a la eliminatoria. La misma no llegó, pero tampoco da la impresión que fuera un drama para un Liverpool que, con la Premier imposible, inicia con gran pie su camino a una reconquista europea que se presenta como la gran tabla de salvación de la temporada.