Heynckes montó un sólido entramado defensivo por la zona donde suele moverse el madridista. El triángulo Hummels-Boateng-Martínez le privó de libertad, pero no sólo el mérito rival tuvo que ver.
El juego del Madrid tampoco favoreció mucho a su estrella. Carvajal y Marcelo se asomaron al ataque, pero no se vieron tantos envíos al área en los que Cristiano suele hacer valer su dominio aéreo.
No era noche de chilenas ni espectáculos y toda la plantilla debía asumirlo. Las dos dianas son el mejor ejemplo de ello: la primera llegó con un disparo lejano, mientras que una contra rápida y certera fue la cuasante del definitivo 1-2.
El gol no quiso relacionarse con el luso. Y, para una vez que lo hizo, el tanto fue anulado por mano en el control cuando ya había superado a Ulreich con una buena definición. Y es que ni los extraterrestres del gol tienen la gloria asegurada en un torneo como la Champions.