Ya recuperado de sus problemas de salud, el ex presidente declaró que estaba ya "para los penaltis", sobre todo una vez han pasado ya también las denuncias y los conflictos judiciales. Lendoiro está de vuelta, con todo lo que ello conlleva.
"Me dolió que el Deportivo estuviese en medio de la denuncia, era mi casa, mi equipo, era su presidente, fue un tema que dividió mucho al deportivismo. Se demostró que no hubo ningún enriquecimiento gracias al Dépor. Ahora, quizás, me toque a mí disfrutar", señaló con alivio Lendoiro, quien describe al Deportivo como "aceptable" en este inicio de campaña: "El comienzo del Deportivo es aceptable, no para tirar bombas, pero esto es muy largo, lo que hay que hacer es ascender el primer año, después es complicadísimo. Tenemos siete veces mayor presupuesto, pero después se iguala todo".
Lo más manido en la actulidad en cuanto a la figura del ex presidente trata la relación con Tino Fernández, actual mandatario blanquiazul. Sin embargo, antes de ello, a la pregunta de si se arrepentía de algo durante su periodo en funciones, contestó: "Aguanté 50 años como presidente de clubes, muy burro muy burro no creo que sea... Tuve decisiones buenas y malas, pero lo único que me faltó fue acabar con los traidores".
"El ambiente social debe ser bueno y estar unidos... y mi consejo es que el dinero hay que volcarlo en el terreno de juego, no en otras cosas. En la Ciudad Deportiva apenas ha realizado ninguna obra, más campos, más espacio,... después de haber eliminado el gimnasio del club, creo que fue una mala decisión. Hay que invertir para que sea rentable, no por cambiar sin más", a lo que añadió que no había "ninguna posibilidad de volver a ser presidente".
Por último se refirió a la batalla entre la RFEF y LaLiga protagonizada por sus dos máximo estandartes: "Creo que se avecina una monumental, se está armando un lío gordo y me huele que puede acabar en huelga. Luego está Rubiales, que le encanta el cuerpo a cuerpo y las confrontaciones".