Durante la campaña había dejado pinceladas. En la primera mitad había sacado su varita para demostrar que el fútbol aún no le ha cerrado la puerta. Acabando el partido confirmó que fue su gran noche, la que tanto necesitaba.
Santi Cazorla está de vuelta. En un escenario incomparable, un encuentro contra el Real Madrid, abrió de nuevo el tarro de las esencias. Siendo uno de los líderes del Villarreal para robarle un punto a los de Solari. Y haciendo un doblete.
Había que remontarse hasta su época en el Málaga, hace siete temporadas, para encontrar un hito así. Sucedió contra el Granada.
Volvió a tener el santo de cara, algo que necesitaba tras haber vivido el sabor más amargo del fútbol en Londres, con una crónica lesión que varias veces amenazó con retirarle. Pero el día 3 de enero se adelantaron los Reyes para regalarle un partidazo.
Tras buenos pases, regates y convertirse en una de las grandes pesadillas del Villarreal junto a Chukwueze, en el minuto 81 recibió un pase de Fornals en el segundo palo que definió de una manera muy pocas veces vista en su carrera: ¡de cabeza!
Eso sí, estaba en el área pequeña y ni siquiera para alguien que no tiene hábito de rematar de cabeza pareció difícil. La bola pasó entre las piernas de Courtois y La Cerámica estalló de alegría.
Porque la sonrisa de Cazorla, la que brillaba entre todos los jugadores que le abrazaban, es la sonrisa del fútbol. Este deporte le debe muchos malos ratos. Y ante el Madrid empezó a canjear algunos de los grandes momentos que se le adeudan.
Pura alegría
Al término del encuentro, en los micrófonos de 'Movistar Partidazo', no era de extrañar que sintiera que fue su mejor momento en su vuelta a Villarreal: "Ha sido un partido muy especial para mí después de todo lo que he pasado".
"Voy a más, cada vez me encuentro mejor, con más ritmo y menos dolores", amplió el asturiano que confirmó haber logrado "el segundo doblete" en partido oficial.