Las Palmas y Málaga quedaron en tierra de nadie, como estaban, después de empatar en la jornada 35 de Segunda División. Arrimarse al 'play off' estaba en juego y más con lo rimbombante de algunos resultados en la categoría de plata, lo que da alas a los sueños de ascenso de las aficiones.
Este objetivo se presenta lejano tras el reparto de puntos y de paz en Gran Canaria. De paz, por la situación clasificatoria de ambos clubes, amable, y por lo acaecido en el campo, donde Stefan y Araujo dieron el pistoletazo de salida a unas hostilidades que llevaban gestándose todo el partido.
El '14' ya había marcado frente al Lugo -virtualmente; oficialmente, lo hizo Lombán- y lo hizo de nuevo frente a la Unión Deportiva. En el minuto 78, coronó con el interior de la bota diestra un pase raso de Joaquín, se diferenció otra vez de Caye Quintana y llamó a la puerta de la titularidad.
Araujo, no tan efectivo, efectuó un ejercicio de insistencia. No dejó de atosigar ni a la zaga malaguista ni a Juan Soriano, algo difuso en ciertos despejes que pudieron costar carísimos. La antesala de su premio la sacó bajo palos Lombán, pero nadie evitó que cosechara de cabeza un tanto merecido en el 85'. Se vio solo en un córner y remachó al fondo de la red.
Estos dos pistoleros, Stefan y Sergio, escenificaron y espolearon en unos 15 minutos una versión resumida del encuentro, en el que primó la igualdad. Tanto los de Pellicer como los de Pepe Mel presentaron una propuesta equilibrada que gozó de periodos de dominio y de roces con el gol.
La bandera blanquiazul la esgrimieron, sobre todo, Jairo y Yanis, puñales por las bandas, y Cristian y Jozabed, desde la medular. Atrás, Ale Benítez ganó enteros y Lombán salvó un gol cantado. El esquema grancanario, casi un soliloquio de Araujo -hasta marcó en el 94' un gol anulado por fuera de juego que habría sido el de la victoria- con intervenciones de Róber. Y, al final, el marcador bendijo a cada equipo con un punto de paz.