El fútbol pocas veces es justo con sus practicantes. En Oporto Suiza fue mejor, mereció ganar, pero el triunfo se lo llevó Portugal. ¿Por qué? Por Cristiano Ronaldo. Y punto.
Portugal se encomendó a él, y Cristiano respondió. Eso sí, tardó en hacerlo. El partido comenzó con Suiza haciendo su habitual juego combinativo, con Xhaka y Shaqiri desarbolando a la zaga lusa con pases filtrados para sus extremos y para Seferovic, imperial en el área rival.
Los primeros minutos fueron de los centroeuropeos, pero la primera clara, clarísima, fue para Portugal. Bernardo Silva se aprovechó de un error de Zakaria y robó un balón peligrosísimo.
Se lo dio a Cristiano, y el ídolo local se plantó solo en el área, pero a la hora de definir pateó mal el balón y no fue ni a puerta. Fue todo lo que vimos hacer a Cristiano, aparte de quejarse amargamente porque no le llegaban balones, en casi media hora.
Mientras tanto, los centrocampistas lusos buscaban a Joao Félix, quien se estrenó con la absoluta debutando como titular en Do Dragao. Sin embargo, la mayor experiencia de la zaga suiza opacó a la emergente estrella local.
En esas, con el partido abierto (Suiza dominaba, pero los acercamientos eran mutuos), llegó la jugada del primer gol. Mbabu derribó, a juicio del alemán Felix Brych, a Cristiano en la frontal, y él mismo hizo el resto.
Suiza protestó. Primero, porque consideraban sus jugadores que Mbabu le había quitado limpiamente el balón a Cristiano. Y luego, porque el luso retrasó deliberadamente el balón. Y aunque ganase algunos metros, la barrera se colocó a la distancia correcta.
Y se la coló a Sommer. Punterazo de los suyos, aprovechando el hueco en la barrera rival formado por sus compañeros, y sorprendió al portero alpino. Portugal, con lo justo, como casi siempre, ya ganaba.
Suiza no acusó el golpe. Siguieron los helvéticos atacando, y no igualaron la contienda al filo del descanso porque la madera repelió el remate de Seferovic, un tormento para la zaga lusa en cada centro lateral.
Portugal llegó al descanso con ventaja, pero con Suiza apretando en busca del empate. Nadie esperaba que este fuera a llegar de la forma en que lo hizo.
Cristiano, entonado desde que marcase el 1-0, acabó el primer tiempo incluso atreviéndose a regatear (una suerte que cada vez experimenta con menos frecuencia), y comenzó el segundo atreviéndose a probar fortuna con disparos lejanos (algo que sí acostumbra a hacer, y con bastante acierto).
Pero no le sonrió la suerte, a diferencia de a Suiza. Pongámonos en situación. Minuto 53, Suiza ataca y Zuber cae en el área, rodeado de Pepe y Semedo. Pedían mano, falta, penalti. Lo que fuera. Pero el colegiado no lo señaló.
Portugal recuperó el balón, atacó y Bruno Fernandes cayó en el área suiza, claramente derribado por un contrario. Aquí sí pitó Felix Brych la pena máxima. Pero el VAR estaba revisando aún la jugada anterior.
Do Dragao pasó de la celebración al murmullo sordo cuando vio que el árbitro se acercaba al monitor a pie de campo para repasar la jugada. Y tras unos pocos minutos de incertidumbre, sorprendió a todos señalando el primer penalti, de Semedo sobre Zuber por un leve roce en la bota que provocó el tropiezo del jugador suizo.
Lo fue a tirar Ricardo Rodriguez, y Cristiano, rival suyo en la Serie A, aconsejó lo mejor que pudo a Rui Patricio. Y por poco no lo detuvo el guardameta luso, pero el balón se le coló por debajo del cuerpo.
Igualó Suiza el partido, y amenazó con llevárselo. Portugal se replegó, y se encomendó a su gran estrella. Y cual magnánima deidad, Cristiano Ronaldo obró su enésimo milagro casi a regañadientes cuando el partido parecía condenado a decidirse en la prórroga.
Fue en el minuto 88. Bernardo Silva alcanzó la línea de fondo y le dio el pase de la muerte a Cristiano Ronaldo. Libre de marca, zapatazo del luso y gol para Portugal. Suiza acababa de perder el partido en una de las pocas, poquísimas ocasiones de gol de que dispuso su rival en el segundo tiempo.
Pero el fútbol, no contento con eso, concedió a Portugal un tercer tanto. Con Suiza volcada al ataque a falta de segundos para que se pitase el final, en busca del gol de la prórroga, Cristiano volvió a hacer acto de aparición.
Robó Bernardo Silva en el centro del campo, se la dio a Cristiano y este, tras romper la cintura a su marcador, volvió a poner el balón lejos del alcance de Sommer, sentenciando con este 'hat trick' un partido en el que Suiza mereció algo más que acabar goleada por una Selección Portuguesa que, de nuevo con lo justo, se llevó un triunfo mucho más amplio de lo merecido.
Portugal accede de esta forma a la final de la Liga de las Naciones de la UEFA. Su rival saldrá del Holanda-Inglaterra de este jueves. El perdedor de ese partido se enfrentará a Suiza por el tercer puesto.