Antonio Conte y su Chelsea iniciaron la temporada con la corona de campeón aún sobre sus cabezas. Venía de lograr un título de forma casi incontestable, por lo que la 2017-18 se asomó como la campaña en la que revalidar los títulos y en la que incluso coquetear con la Champions.
Llegaron futbolistas de nivel, sobre todo un Morata llamado a ser el hombre gol. 38 partidos después, el fichaje estrella se quedó en el banquillo en el día en el que su equipo dilapidó las escasas opciones que aún tenía de disputar Champions el próximo curso. Un final acorde a lo que fue el año.
El Newcastle destrozó (3-0) a un Chelsea perdido, deseoso de echar el telón y coger vacaciones. Gayle y Ayoze, en dos ocasiones, abrocharon la última victoria para los hombres de Benítez, superiores en cada una de las facetas a los chicos de Conte.
El entrenador italiano dejará Stamford Bridge tras fracasar estrepitosamente este año. Una quinta plaza es irrisoria para un club con el presupuesto que maneja el Chelsea, sin pasar por alto que defendían el título liguero.
Desde muy pronto, el Chelsea perdió toda opción de pelear con el Manchester City. Lo que nadie esperaba en Londres era que el premio a la temporada iba a ser la Europa League, una competición que no se ajusta a las necesidades históricas de la entidad presidida por Abramovich.
Lo que queda es un equipo cogido con alfileres, sin capitán de barco y con estrellas que podrían tomar la puerta de salida. No está nada claro que Hazard, Courtois o Morata vayan a quedarse un año sin Champions, la consecuencia de una temporada para borrar cuanto antes del disco duro.