El asesinato de George Floyd, un individuo de raza negra, ante un policía que le presionó el cuello con la rodilla hasta afixiarle, ha vuelto a poner en primera plana la denuncia por muertes de corte racista. Si se han dado disturbios en Estados Unidos por ello, el mundo del fútbol no ha sido ajeno a ello. Lo denunció Weston McKennie el sábado, en el Schalke 04-Werder Bremen, y le dio continuidad Marcus Thuram un día después.
Al borde del descanso en su partido ante el Union Berlin, el delantero francés del Borussia Monchengladbach hizo el 2-0 de cabeza tras pase de Plea. Su celebración, una vez recibió la felicitación de sus compañeros, fue la de hincar la rodilla en el suelo y agachar la cabeza.
Un gesto que se ha convertido en todo un símbolo de la lucha contra la discriminación racial desde que el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, quarterback de los San Francisco 49ers en la SuperBowl de 2013 -que perdieron contra los Baltimore Ravens- lo realizase en 2016 durante la interpretación del himno nacional de Estados Unidos como protesta por la violencia policial ante los ciudadanos de raza negra. Gesto que, prácticamente, le costó el final de su carrera deportiva.
El guiño se incluye dentro de un movimiento activista conocido como 'Black Lives Matter' (las vidas negras importan), y que engloba todas aquellas manifestaciones con el propósito de equiparar los derechos de todos los ciudadanos, sean de la raza que sean.
Coincide, además, que su padre Lilian, mito del fútbol francés, es un tipo muy implicado en la lucha contra el racismo.
Tras protestas registradas en varios países del mundo, el fútbol se hace eco. También Kylian Mbappé, el sábado por la noche, se había sumado a la petición de justicia a través de un tweet.
30 de mayo de 2020