De perder fuera a cambio de ganarlo todo en casa ya no queda nada. Era lo esperable, la lógica equilibraría las cosas, pero no de esta manera. Y es que el Málaga encadenó su cuarto partido seguido sin vencer en La Rosaleda de la peor forma posible, encajando una goleada sin ambages y sin opción a buscarle atenuantes ni de ponerle paños calientes. Ante el Ibiza, el conjunto blanquiazul se desmoronó y dejó claro que es necesario reflexionar. Es lo mínimo que se puede hacer con un 0-5.
José Alberto López terminó la noche más señalado que nunca por varias cuestiones y con el marcador como resultado. Primero, por un planteamiento que no dejó aparecer a Aleix Febas y Ramón Enríquez. Sin Escassi ni Genaro, el doble pivote con dos futbolistas de corte creativo exigía un ritmo radicalmente contrario al que quiso imponer el Málaga, atropellado en la primera mitad y a merced de los contraataques en la segunda. Segundo, por no lograr corregirlo y la absoluta incapacidad para competir a partir del 0-2. Y como puntilla, el error de Dani Martín, apuesta del técnico sobre Dani Barrio, en el 0-4.
No hay intención alguna de caer en el oportunismo en este texto, sino de señalar que absolutamente todo lo que podía ponerse en contra del ovetense lo hizo. Los 15.0003 aficionados que acudieron a La Rosaleda acabaron hastiados y la 'manita' terminó de caldear el ambiente. No era la primera vez que el público cantaba "José Alberto, vete ya", pero es que el discurso fue más allá y miró directamente al palco. "Manolo, échalo", tronó con vehemencia después del quinto tanto del Ibiza. Preguntado en rueda de prensa por su posible salida, el técnico hizo contorsionismo y se centró en lo que le atañe: apoyar a la plantilla y reafirmarse en que su trabajo acabará mostrando brotes verdes.
Ocurre que digerir la goleada se hace más pesado cuando el verdugo es el Ibiza, un equipo renacido desde la destitución de su entrenador, Juan Carlos Carcedo. Con Paco Jémez, el conjunto insular suma tres victorias de manera consecutiva en los que ha marcado 13 goles: 1-2 al Fuenlabrada, 6-2 al Alcorcón y este 0-5 tan doloroso al Málaga. Desde el club, el discurso siempre ha sido moderado y así tiene que ser. El proyecto no es inmediato, ascender es un objetivo claro pero a medio plazo. Hay mimbres en la plantilla para hacer algo interesante, también es cierto que las lesiones tampoco permitieron evolucionar al equipo. Todo tiene su contrapunto. De un lado se pide realismo, ser objetivos, entender las circunstancias que rodean al Málaga. El propio José Alberto hablaba de la juventud del grupo y de una situación de "transición." Pero es que desde el otro se entiende que el mínimo exigible es competir y eso no se ha correspondido ni este sábado ni en varias ocasiones más.
Actuar en caliente no es algo muy propio de Manolo Gaspar ni de esta dirección, así que en frío será como se dirima el futuro inmediato de este equipo. La Rosaleda, en su arrebato pasional ante el bochorno que presenció, dictó ya su propia sentencia. Por delante se espera una semana dura hasta que llegue la visita del próximo sábado al Mirandés, la antigua casa de un José Alberto que también soportará días de una presión importante si no hay un giro radical. Tiene todos los focos encima en el momento más duro de esta nueva etapa.