Que nadie piense que el Valencia tuvo un partido plácido en esta cuarta jornada de Champions. La presión se notaba, un tropiezo ante los suizos hubiera sido letal, y el Young Boys saltó a Mestalla demostrando que no iba a regalar nada.
El arranque de partido sólo puede definirse como eléctrico. El Valencia presionó mucho a su rival desde el primer minuto, y el Young Boys le respondió con la misma estrategia.
Así, los primeros minutos fueron vibrantes, con los dos equipos apretando como si el partido estuviera en sus últimos compases y se jugasen la temporada.
Sólo se tranquilizó un poco el encuentro cuando los pupilos de Marcelino hicieron caso a su entrenador y levantaron un poco el pie. El Valencia pasó entonces a mover bien el balón, incomodando al rival.
El Valencia controlaba el encuentro, pero eso no evitaba que el Young Boys se acercase de cuando en cuando las inmediaciones de Neto. Porque otra cosa no, pero valiente y atrevido fue, y mucho, el club suizo.
Sin embargo, el primer golpe lo dio el cuadro local. Santi Mina demostró ser un delantero con un innegable olfato de gol con el primer tanto 'che'. Rodrigo conectó con Carlos Soler, y éste superó a Von Ballmoos con una sutil vaselina, pero tenía tan poco ángulo que el esférico se estrelló en el palo largo.
Ahí la fortuna se alió con el Valencia. Santi Mina estaba al acecho, y el balón le fue directo a él. Podía haber ido a uno de los dos defensas que habían reculado hasta la línea de gol, pero no. Lo cayó al gallego y no perdonó.
El Valencia se adelantó en el marcador, pero eso sólo espoleó un poco más al Young Boys. Subió el ritmo, incrementó la presión y empezó a arriesgarse, jugando al límite del reglamento.
Comenzaron a llover las amarillas (el primer tiempo terminó con tres para los suizos y dos para el Valencia), algo que indignó al Valencia. El Young Boys no hacía prisioneros, y Ngamaleu jugó con fuego, jugándose la segunda amarilla casi en cada intervención.
En el 25', los suizos pusieron por primera vez en verdaderos apuros a Neto, aprovechando un pequeño desajuste defensivo de la zaga 'che'.
Sustos aparte, el Valencia parecía controlar el partido. Pero le pasó lo habitual. Lo de siempre. Perdió la concentración y su rival no dejó pasar la oportunidad. Assalé culminó un controvertido robo en el centro del campo a Coquelin con un gol que volvió a llevar los murmullos a la grada de Mestalla.
Daba la sensación de que el Valencia podía y quería ganar el partido, pero volvía a caer en los errores de siempre. El Young Boys aprovechó la que tuvo y desquició al Valencia con un juego duro que contó con la complicidad del colegiado.
Pero al filo del descanso volvió a aparecer Santi Mina, esta vez para meter el pie en un centro de Carlos Soler que no iba para él, sorprendiendo a todos y haciendo el segundo tanto.
Con la victoria momentánea el Valencia se fue al descanso. Pero se vivía de todo menos tranquilidad, porque al filo del intermedio estuvo a punto de conceder un nuevo gol.
El partido se reanudó siguiendo la misma tónica, con el Valencia tratando de controlar un partido que el Young Boys buscaba enloquecer como fuera. La primera del segundo tiempo fue de los suizos, pero diez minutos necesitó el Valencia para sentenciar el encuentro.
Carlos Soler recibió, en el 56', un genial pase entre líneas de Rodrigo y, con todo el tiempo del mundo, batió al arquero rival por tercera vez.
El gol fue un mazazo para el Young Boys, un golpe del que tardó en rehacerse. El Valencia lo aprovechó para respirar, pero al 13' del final la reacción del conjunto suizo volvió a ser cortada de raíz.
Una durísima entrada de Sanogo sobre Coquelin, que se las ha llevado de todos los colores hoy, le costó la cartulina roja directa al futbolista del Young Boys.
Cuando los suizos parecía volver a envalentonarse, se quedaron con uno menos. El Valencia no sufrió nada de ahí al final, aunque en un último arreón de orgullo los suizos siguieron atacando, sin premio.
Finalmente Mestalla celebró un triunfo trabajado, pero en cierta medida engañoso. El Young Boys no fue el equipo inferior que se esperaba en el templo valencianista, y suplió con valor, ganas y bastante juego duro sus carencias. El Valencia, una vez más, estuvo cerca de pagar muy, muy caro sus habituales errores.