En la religión católica, un ángel es considerado como el mensajero de Dios que se representa como un joven o un niño alado. Si esto lo aplicamos al fútbol, el enviado por el ser supremo en el Maracaná fue Di María.
El 'Fideo' se convirtió en el gran protagonista del Argentina-Brasil. El '11' fue el encargado de romper una maldición que llevaba vigente 28 años. De un plumazo, ese maleficio llegó a su fin y todo un país lo celebró como bien merece.
Y no es para menos por todo lo que ha sufrido el aficionado de la 'Albiceleste'. Después de haber perdido la final del Mundial 2014 y las dos finales seguidas en Copa América contra Chile, el combinado de Scaloni alzó al cielo de Brasil el trofeo.
El equipo se quitó un peso de encima y un futbolista como Leo, que tanto había luchado por un título con su país, por fin mostró una amplia sonrisa con sus colores. Había hecho lo imposible y más si cabe tras hacer un gran torneo.
Maracanazo 2.0
Ya se veía en la previa que Argentina tenía ganas de final y desde el inicio del partido lo demostraron los jugadores. A pesar de que Brasil empezó con un dominio claro del juego, la 'Albiceleste' juntó líneas y se dedicó a complicarle la salida del balón.
El trabajo estaba dando sus frutos, pero eso pasó a un segundo plano porque los primeros 20 minutos fueron de auténticos palos. Uno no sabía si estaba en un combate de la UFC o en una final de Copa América.
Montiel sangró después de una patada de Casemiro, Fred vio la amarilla en el 3', a Neymar casi se le rompió el pantalón... Estaba siendo todo un caos y al final apareció un ángel caído del cielo para llevar la tranquilidad al campo.
Di María, en el 22', aprovechó un buen servicio de un incombustible De Paul y la pasividad de Lodi para firmar el único tanto del partido. El 'Fideo', que vio a Ederson fuera de su zona, picó el balón por encima del portero y desató la locura en el banquillo.
El éxtasis en los jugadores era evidente y las caras de los brasileños eran un poema. A partir de ese momento, el tiempo jugó en contra de la 'Canarinha', que no fue capaz de romper la férrea línea de los argentinos.
Mientras tanto, Lodi seguía sin enterarse de la película. Todo el peligro de su rival llegó por su banda y Scaloni se ganó un punto. Tite no sabía donde meterse porque no le estaba saliendo absolutamente nada.
Un querer y no poder
Tras el descanso, Tite puso firme a sus jugadores y estos salieron algo más avispados en la segunda mitad. Todavía quedaba tiempo para la reacción, pero los brasileños le pusieron más corazón que cabeza.
Lo más cerca que estuvo la 'Canarinha' del 1-1 fue en el 53'. Richarlison batió a Emi Martínez y al final el árbitro intervino indicando el fuera de juego previo del delantero del Everton. Nadie se lo podía creer.
Y a todas estas, Messi empezó a dejarse notar poco a poco. Con un Di María espléndido, Leo perdió protagonismo pero pudo encumbrar su Copa América con un gol sobre el final que lo hubiese elevado a los cielos para siempre.
Pero antes, Emi Martínez tuvo algo que decir. 'Dibu', héroe de la semifinal, también apareció para sacar las castañas del fuego a su selección. Le sacó dos a Richarlison, una en el 55' y otra ya en los instantes finales del encuentro.
Dos manos impresionantes del argentino, que también es responsable de la conquista de su país. Los cambios de Tite y Scaloni poco aportaron al partido. Hasta entró Vinicius, que estuvo completamente desaparecido.
El único brasileño que intentaba hacer algo era Neymar. El '10' no paraba de hacer arrancadas y dejar atrás rivales. Y cuando los superaba, estos se dedicaron a pararlo por lo civil o lo criminal. La de palos que recibió el jugador del PSG.
Después de haberlo peleado, el de Mogi das Cruzes se quedó sin su primera Copa América y rompió a llorar tras terminar todo. Por su parte, Messi se quedó a las puertas de cerrar el círculo con un gran gol, pero Ederson le adivinó las intenciones.
De Paul metió un pase espectacular y Leo, solo ante el portero rival, reaccionó tarde y el guardameta le sacó el esférico. Su fallo podía haber sido fatídico para su país, pero al final quedó en el olvido. Toda Argentina levantó el puño al cielo porque Maradona vio a su país ganar por fin una nueva Copa América tras 28 años de espera. Di María, bendito seas.