La 'Vecchia Signora' hizo los deberes en la ida, y no necesitó más que aguantar las embestidas del Inter en la vuelta. Un Inter que ni siquiera murió en la orilla, y que a buen seguro lamentó la multitud de ocasiones desperdiciadas en Milán.
Al haber ganado 1-2 en la ida, la Juventus planteó el partido buscando tener el control del balón. Pretendía Pirlo que su equipo se defendiera con la posesión, pero eso no funcionó.
Porque el Inter jugaba con ese extra de motivación que te da el ansia por remontar. La épica, las grandes noches de los torneos eliminatorios.
Pronto empezó el Inter a apretar a una Juve que perdió la iniciativa del juego. El Inter movía rápido la pelota, lo que obligó a la Juve a dar un paso atrás, a defenderse cerca de su área y a jugar solo a la contra.
La presión del Inter evitó que el centro del campo de la Juventus pudiera carburar. Sin embargo, a los 'nerazzurri' les faltó acierto, como en la ida.
De nada valió que Achraf fuera un puñal por la banda derecha si no había forma de completar sus internadas. Ni siquiera en la más clara, cuando logró dar un pase atrás que Lautaro fue a rematar, pero que acabó con el argentino pateando el pie de un rival y pidiendo un penalti inexistente.
Dio un decidido paso adelante el Inter en torno a la media hora. Lukaku demostró que jugando de espaldas a la portería es un fuera de serie, pero le faltó el acompañamiento.
La Juve parecía agobiada, y eso que Buffon todavía no había tenido que intervenir. Solo respiraba la Juventus en contadas ocasiones, los puntuales ataques de que dispuso desde entonces y las jugadas a balón parado, que no fueron muchas.
Sin embargo, en la recta final Cristiano Ronaldo salió de la hibernación en que parecía sumido, y empezó a actuar. Despertó con uno de sus ya habituales libres directos a la barrera, al que siguieron dos ocasiones muy claras que la zaga del Inter sacó de forma apurada.
Aguantó el club milanés ese arreón final de la Juve protagonizado por su gran estrella, y se dispuso a continuar trabajando en pos del gol que le metiera en la eliminatoria a lo largo del segundo tiempo.
Un segundo periodo que fue un calco de esos minutos de dominio 'nerazzurro' del primero, en los que la Juve apenas se asomó por el área de Handanovic un par de veces. Y, de nuevo, cuando lo hizo fue con gran peligro.
Ninguno de los dos exigió en exceso al guardameta rival, pero mientras Buffon ni sudó, Handanovic tuvo que emplearse en varias ocasiones para negarle el gol a un Cristiano que lo merodeó como solo él sabe.
Y mientras Conte quemaba sus naves con los cambios, Pirlo hacía todo lo contrario. Todos atrás y a defender el último cuato de hora de juego, el cual fue un asedio total y absoluto del Inter.
Pero con toda la Juventus metida en el área, las mejores opciones de los milaneses pasaban por el balón parado, donde las fuerzas se igualan, donde no importa cuántos efectivos tenga tu rival. Y ni así.
Llegó el 90', llegó el 94' y llegó el pitido final. Y el Inter quedó eliminado por dos errores cometidos en la ida, y se quedó sin una final que disputará merecidamente la Juve una vez más. Esta vez, en Milán.