Necesitaba el Valladolid algo más que un punto para comprimir más aún la lucha por la permanencia. Puede darse con un canto en los dientes el cuadro blanquivioleta después de cómo empezó el partido.
Y es que el Alavés se encontró con el gol nada más comenzar el partido. Yoel se confió a la hora de sacar un balón en largo y permitió a Guidetti llegar para taponar el lanzamiento, introduciéndose el balón, tras golpear en su cuerpo, en la portería.
Con ello, el Valladolid empezó a flaquear cada vez que el balón rondaba por su área. Guidetti lo intentó de chilena antes de que Keko tuviese que dejar el campo y antes de que Jony pusiese más ventaja.
El extremo asturiano sacó una falta lateral por la derecha y, como si estuviese tocado por los dioses, el balón acabó en la portería después de que ningún futbolista tocase el balón, ya fuese atacante o defensa.
El cuadro blanquivioleta estaba noqueado. No sabía de dónde le venía el aire en una semana trascendental para su futuro. Pero encontró el gol en una jugada aislada. Óscar Plano, el flotador al que se agarra Sergio para no hundirse, puso una falta calcada a la de Jony, con la salvedad de que esta vez sí tocó Joaquín para marcar el 2-1.
El juego vistoso de la primera mitad tornó en subterráneo tras el paso por los vestuarios. Pasó Estrada Fernández de no mostrar ninguna amonestación a tener un muelle en su brazo.
Con todo ello, el Valladolid sabía que necesitaba no solo uno, sino dos goles para poder respirar en la titánica lucha por la salvación. Iba e iba pero no era capaz de derribar la muralla albiazul.
La lesión de Inui en el Alavés fue, pese a las malas noticias, un golpe de aire fresco para el Alavés, que encontró en Rolan al hombre sobre el que basar las contras de los vascos. Pero tanto perdonó que acabó viendo cómo el marcador se estrechaba hasta el máximo.
Fue Sergi Guardiola, que no había aparecido en todo el choque, el que provocó el penalti hecho por Ely. Y fue Ünal, que también estaba perdido en combate, el que puso el empate desde los once metros.
Todo el trabajo hecho durante los 90 minutos pudo quedar en nada para cualquiera de los equipos. Y es que la guerra de guerrillas pasó directamente al enfrentamiento directo cuando primero el Valladolid y después el Alavés enviaron el balón a la madera en el añadido.
Se congelaron los segundos en un partido que no dejó contento a nadie. El Alavés pierde una nueva oportunidad para reengancharse a Europa y el Valladolid, pese a salir del descenso, ve cómo se le complica un día más la salvación.