Cara y cruz en el RCD Stadium. El Espanyol se dejó tres puntos que hubiesen significado la permanencia casi asegurada y rompió una racha de tres victorias consecutivas en su feudo. Por su parte, el Rayo respiró aliviado y ganó por primera vez en lo que va de 2022 en Liga.
Una vez más se confirmó la teoría de que, en el fútbol, lo que verdaderamente importan son los goles. Los 'pericos' dominaron la posesión de principio a fin, pero estuvieron muy espesos en ataque.
Deslucidos y con un Raúl de Tomás sin sangre, el cuadro blanquiazul se estrelló contra la muralla rayista. En el lado contrario, Iraola sonrió y vio como su plan se ejecutó a la perfección.
El Rayo no quiso la pelota, pero eso no fue un inconveniente para no dejarse dominar por su rival. Subieron las líneas cuando tuvieron que hacerlo y aprovecharon las flaquezas defensivas de los locales. Además, también jugaron con un arma en su poder, que acabó desquiciando a todo el banquillo espanyolista: la interrupción en el juego con faltas y la pérdida de tiempo.
Al filo del descanso, se cumplió lo pronosticado. Sergi Guardiola se aprovechó de un desajuste de la zaga y recogió un pase con la cabeza de Catena para batir a Diego López y colocar el primero en el marcador para su equipo. Sin embargo, la incertidumbre estuvo servida por un posible fuera de juego, aunque Mateu Lahoz dio validez al tanto.
A pesar de que Raúl de Tomás tuvo el empate en la jugada siguiente, se evidenció que la suerte no iba a acompañar esta tarde al Espanyol en Cornellà. El Rayo reculó inteligentemente y trató de no dejar espacios atrás.
A la vuelta de vestuarios, el Espanyol salió con la idea clara de darle la vuelta al resultado. Pero bien, eso fue la teoría, ya que en la práctica cuajaron un inicio de segunda parte un tanto imprecisa.
Por su parte, el Rayo llevó a su terreno a su rival e incluso pudo aumentar su ventaja. Guardiola fue el hombre más peligroso para los de Iraola y Álvaro García estuvo a punto de colocar el segundo con un trallazo al palo, que era imparable para Diego López.
La posesión siguió en los pies de un Espanyol que seguía sin llegar a puerta. Poco a poco, la frustración fue apareciendo y eso se tradujo en amarillas para el conjunto de Vicente Moreno.
El encuentro entró en su recta final y, a pesar de que los locales lo intentaron a la desesperada, el Espanyol se mostró sin ideas, sin soluciones y sin capacidad para superar la defensa de un Rayo que se hizo fuerte atrás y que acabó dando sus frutos con la victoria final.