La multinacional farmacéutica Bayer comenzó con su producción allá por 1863. Hubo que esperar 40 años a que el deporte fuera una parte intrínseca de uno de los inventos que más han ayudado a la humanidad.
Y es que la invención de la aspirina por el químico Felix Hoffmann en 1897 casi es comparable a la invención de la rueda. Un pequeño comprimido que hacía que el dolor de cabeza se evaporase en pocos minutos.
Pero los trabajadores de la fábrica necesitaban algo más para pasar el rato. De ahí que en 1903 pidiesen a los dueños la creación de un equipo de fútbol con el que divertirse en sus ratos libres.
Tras solidificarse el club dentro de la empresa, en 1907 se estableció de forma oficial con sus estatutos. La cruz de Bayer, tan famosa de la farmacéutica, no llegó al escudo hasta mitad de los años treinta.
Desde aquel entonces, ambos elementos fueron creciendo casi a la par. El éxito de una repercutía en la otra y viceversa. El dinero que se generaba por un lado se invertía en el otro ala.
Con el paso del tiempo, el club se fue ramificando. Aunque el fútbol quedó como su principal adalid, baloncesto y hockey fueron ganando sus adeptos en el seno de la entidad hasta nuestros días. Un gigante de dos cabezas que buscar gobernar Alemania.