Las miserias 'reds' se quedan en casa. En la Premier y en Anfield. Fuera de estos dos ámbitos, los de Klopp volvieron a reír tal y como lo hicieron en la ida ante el RB Leipzig. Allí ya llegaba tocado el equipo, que usó el jabón de la Champions para sacarle brillo a sus trapos sucios.
También empleó ese elemento en la vuelta para liquidar una eliminatoria que estaba más en el aire que nunca. La derrota ante el Fulham y los últimos resultados hacían que el 0-2 de la ida, resultado raramente sospechoso de excesiva preocupación, pareciese más pequeño que nunca.
Pero el detergente europeo puede con todo. Que se lo digan a clubes como el Real Madrid, que limpiaron en el pasado temporadas nefastas con un jabón que hizo, de repente, que las prendas brillaran más que nunca bajo el sol de la 'Orejona'.
Llegaba el RB Leipzig mucho mejor al partido. De los nueve últimos partidos, solo perdieron uno los de Nagelsmann. Justamente, ante el Liverpool en la ida. El resto los contaron por victorias, lo que unido al mal momento del rival les hacía soñar con los cuartos de final.
Sin embargo, los 'reds' demostraron desde el primer minuto que Budapest estaba fuera del alcande de la maldición. Esta perdió fuerza entre tanto kilómetro y los de Klopp encerraron a los alemanes en los primeros minutos.
Un 0-0 de "si no lo veo, no me lo creo"
El agobio que sintió el cuadro visitante también lo sintió la defensa en su propia área. Durante los primeros minutos, apenas salió de la cueva y perdía balones con regularidad debido a la alta presión de los locales. En el minuto 6, Mané tuvo la primera ocasión, pero mandó alto un remate tras un buen pase de Thiago.
Alisson salvó a su equipo en una de las primeras veces que respiró en campo contrario el RB Leipzig. Dani Olmo se topó con una gran estirada del meta desde el suelo en un contragolpe. Y es que esa era la llave de los alemanes. La alta presión 'red' conllevaba el riesgo de que, en caso de pérdida, tocaba ver en peligro los dominios del meta brasileño.
A los 20 minutos, Gulacsi sacó una manopla salvadora tras un saque de esquina, una acción que abrió la lata de las ocasiones. Las más claras (clarísimas), para los de Klopp.
Especialmente de juzgado de guardia fueron las dos que mandaron al limbo Salah y Mané. El egipcio se plantó ante Gulacsi tras esprintar desde campo propio tras un gran pase de Thiago, pero tiró al muñeco en el mano a mano. Mané llegó desde atrás y decidió mal, al intentar cabecear el rechace cuando la bola apenas superaba el metro del suelo. Al final, se salvó el RB Leipzig.
En el 28'. Upamecano salvó una bola que se le quedaba franca a Salah en el momento preciso antes de que su equipo se estirase algo en ataque. Sabitzer, Adams y Forsberg probaron suerte con tres remates que hicieron al menos pensar y sudar a Alisson.
Antes del descanso, Upamecano estuvo a punto de contrarrestar su buena acción anterior. El defensa recuperó la bola, se fue hacia su portero y, al querer doblar, se le fue larga. Diogo Jota la recibió con parte de la portería a su disposición, pero mandó el balón al lateral de la red.
Solo faltaba que entrasen... y entraron
Nadie daba crédito al 0-0 que reinaba en Budapest al descanso. Lo mejor para los visitantes, que también llegaron pero con mucha menos claridad, era el resultado, Seguían estando a dos goles de igualar la contienda. Estos llegaron, pero de otro color.
Y eso que empezaron mejor los de Nagelsmann. Metió a Sorloth por Kampl en busca de la machada y vivió más en campo rival en los primeros minutos. Kluivert y Hee-Chan entraron en el 60' y el atacante surcoreano estuvo activo en varias llegadas.
Sorloth, en el 65', se topó con el larguero en la mejor ocasión de los visitantes. Hee-Chan centró desde la izquierda y el delantero mandó un cabezazo a modo de globo que, tras superar a Alisson, se estrelló en el travesaño. Fue una señal. Ahí morían las posibilidades del RB Leipzig.
El Liverpool encontró, al fin, la efectividad en el 70'. Salah, al contragolpe, recibió de Diogo Jota, quebró hacia dentro y, con la zurda, cruzó un disparo raso para poner el 0-1.
El gol lo arregla todo en el fútbol. Y dos, ni te cuento. Cuatro minutos tardó Mané en sumarse al egipcio e hizo el 2-0 a pase de Origi. Solo tuvo que empujarla en el área el senegalés.
Poca historia que contar hasta el final. El Liverpool se reencontró con los goles y con las alegrías, aunque deberá procurar que le dejen llevar el jabón de la Champions en el vuelo de vuelta a casa. Porque allí, en Anfield y en la Premier, aún hay mucha colada por lavar.