Desde que llegase Klopp, mediada la temporada 2015-16, el Liverpool ha gastado nada menos que 456 millones de euros. Unas cifras que, sin embargo, 'falsean' los grandes dispendios de este verano.
Los 'reds' han sabido mantener un equilibrio entre compras y ventas en la 'era Klopp'. En su primera temporada apenas gastaron ocho millones de euros en el mercado invernal. Fue a partir del verano de 2016 cuando la cosa cambió.
En la 2016-17, el Liverpool gastó 80 millones de euros, pero ingresó 85. Llegaron Mané, Wijnaldum o Karius, pero se fueron, dejando tanto dinero o más, Benteke, Ibe o Allen.
Algo similar ocurrió el siguiente curso, cuando tras desembolsar 168 millones de euros en Van Dijk, Salah u Oxlade-Chamberlain, el Barça saneó las cuentas pagando 125 millones por Coutinho. Sumados al resto de ventas, como la de Sakho, el Liverpool ingresó 174 millones y medio.
Ahora mismo, el balance de la 'era Klopp' es negativo. Muy negativo: se han gastado 456 millones de euros y 'sólo' se han ingresado 259.
Pero es que en el verano de 2018 no se ha vendido nada, y se han hecho compras por valor de 195 millones de euros, en sólo cuatro fichajes: Shaqiri, Fabinho, Keita y Alisson.
Ha costado mucho dinero, pero el Liverpool ya tiene una plantilla con la que pelear por todo. Klopp no podrá quejarse de no tener los fichajes reclamados. Lo que pidió le fue concedido.
La plantilla 'red' está prácticamente cerrada, aunque no se descarta alguna salida entre los jugadores con renombre que forman el fondo de armario del Liverpool.
El objetivo es la Premier League, una competición que el Liverpool no ha ganando aún en su formato actual. Los 'reds' no ganan la Liga desde 1990. Repetir la hazaña de alcanzar la final de la Champions está bien, pero Anfield quiere de una vez por todas la Premier.