Suecia comenzó el partido como un ciclón. Desde el pitido inicial dejó claro a Italia qué cartas tenía sobre la mesa: presión asfixiante y juego directo.
Las dos primeras jugadas de ataque de los suecos fueron dos calcos, pero con resultados diametralmente opuestos.
En la primera, Toivonen golpeó a Bonucci, y Marcus Berg se llevó la amarilla por protestar. Una amarilla que minutos más tarde traería cola.
El intento de buscar al delantero y que éste baje el balón de espaldas a la portería en el borde del área fue la jugada estrella de Suecia. Dos minutos más tarde se puso de nuevo en práctica, con falta para los escandinavos que Forsberg mandó alta.
A partir de ahí, hasta más o menos el primer cuarto de hora, las ocasiones se sucedieron en ambas áreas. Italia sobrevivió al vendaval sueco, y, mucho más importante, llegó a inquietar a Olsen.
Pero el marcador no se movió. Pasado el cuarto de hora, cinco minutos de alto el fuego, y de nuevo el ritmo se volvió frenético. Algo que jugó en contra de Italia, que se lo digan a Marco Verratti.
Obligado a cortar un contragolpe en el minuto 28, el mediocentro del PSG cometió falta y vio amarilla. Estaba apercibido y se perderá la vuelta en Milán.
El primer tiempo fue muriendo poco a poco, dilyuéndose esa intensidad que tan entretenido hizo el partido, hasta el pitido que mandó a los 22 jugadores a los vestuarios.
Suecia merecía el gol, e Italia estaba irreconocible. Intentaba sacar el balón jugado, pero la presión sueca lo hacía imposbile. No podían jugar como Ventura quería.
Tras el descanso, Italia fue otra. El vendaval lo pusieron los de azul, y Suecia se replegó, a capearlo como pudo. Marcus Berg se jugó la segunda amonestación en dos jugadas seguidas, pero Çakir se la perdonó en la primera, mientras que en la segunda nada que sancionar hubo.
En el minuto 56 pareció complicárselo todo un poco a Suecia. Ekdal se lesionó y tuvo que entrar en su lugar su recambio natural, el inexperto Johansson. Y, quién lo iba a decir, la jugada fue redonda.
Porque cinco mintuos después, en un fuera de banda que Suecia puso en el área como si de un córner se tratase, el propio Johansson se alió con la diosa fortuna y marcó el único gol del partido.
Enganchó el balón en la frontal, le pegó con todo el alma, impactó en un rival y batió a un Buffon que nada pudo hacer para evitar el gol, ya que el rebote cambió por completo la dirección del esférico.
Ventura se vio obligado a mover ficha. Metió a Eder por Belotti, y luego quitó a Verratti por Insigne. Ni por esas. Sólo Darmian y Candreva parecían generar algo de peligro. Tocaba y tocaba Italia, pero sin ideas.
De hecho, la más clara fue del propio Darmian, con un zapatazo como el de Johansson que el palo repelió. No era el día de los 'azzurri'.
Ni con cinco de descuento Italia fue capaz de batir a Olsen. Mal partido de los de Ventura, que tendrán que remontar en Milán. El resultado podría haber sido mucho peor, sin embargo, y para los suecos se ha de antojar algo escaso, a la par de merecido.