El Mundial pasará de jugarse en Rusia a jugarse en Catar. De tener que planificar desplazamientos de casi mil kilómetros a tener un máximo de 55 entre las dos sedes más distantes entre sí.
Quedan cuatro años hasta la cita. Los cuatro años más largos de la historia de los Mundiales, casi literalmente (pues serán cuatro y medio, y salvo el parón por la Segunda Guerra Mundial).
Las ocho sedes del Mundial de Catar estarán separadas por un máximo de 55 kilómetros, los que van del recinto más septentrional, el del Al Bayt-Al Khor City Stadium, al más meridional, el de Al Wakrah.
Todos los estadios tendrán parada de metro en sus inmediaciones o un servicio de autobuses-lanzadera hasta la puerta desde la más próxima, por lo que desplazarse entre ellos será pan comido. Incluso para atravesar esos 55 kilómetros se podrá hacer mediante transporte público.
Será sin duda la gran ventaja, si no la única, de disputarse el Mundial en un destino tan atípico. Ahora mismo, apunta a ser uno de los mejores Mundiales de la historia, pese a todas las pegas, siempre y cuando seamos capaces de olvidar por un momento el ingente coste de vidas que se han cobrado los estadios en forma de trabajadores.
El problema puede venir si la FIFA decide ampliar los participantes a 48. En marzo de 2019 saldremos de dudas. Catar ahora mismo sólo tiene en funcionamiento uno de los ocho estadios. Dos más se completarán en 2019 y el resto, con el Losail como buque insignia, en 2020.
Con tan poco tiempo, la ampliación a 48 selecciones podría trastocar sensiblemente los planes del Comité Organizador. ¿Podrá Catar afrontarlo? ¿Se podrá realizar un Mundial de 48 equipos con sólo ocho estadios?