Un punto de oro y un asedio sin premio

Nunca un punto supo tan bien. Fue oro lo que rescató el Cádiz del Anxo Carro. Escasos centímetros separaron al Lugo de su premio. Tras un partido condicionado por la expulsión de Cifuentes y marcado por un asedio, el líder cosechó un empate que lo refrenda en la cumbre y los gallegos quedaron incrustados al borde del descenso.
Mandaba el cuadro andaluz en los primeros compases. Posesiones más largas y más precisas servían para amedrentar a una zaga que achicaba bien cuando ya se veía demasiado pegada a su meta. La presión amarilla iba asfixiando poco a poco la salida de balón local, que cortocircuitaba.
Pero, para cortocircuito, el de la expulsión de Cifuentes. El meta salió con demasiado ímpetu para despejar un pase alto fuera de su área y arrambló a Gerard Valentín. Le propinó, sin querer, un fortísimo golpe en la cara. Fue expulsado por ello y su rival tuvo que ser sustituido: se había hecho mucho daño.
Era el monento de que los lucenses fueran a por todas, pero el Choco les zancadilleó. Aprovechó la primera ocasión de peligro de los suyos desde la roja a su cancerbero y puso el 0-1 con un testarazo inapelable. Ya con este tanto en el luminoso, sí que tuvieron que echarse atrás porque el Lugo asediaba.
Lo de la segunda parte fue un monólogo. La orden de Curro Torres fue clara: zafarrancho de combate. Instauró el control y las ocasiones, pero no encontraba el gol. El Cádiz cedió terreno y aceptó el reto. Dio un gran paso atrás y se concentró en defender su mínima ventaja con todo.
La estrategia defensiva andaluza tenía dos frentes. El primero era David Gil. Entró por la expulsión de Cifuentes y construyó un muro en la portería. El segundo residía en cómo colmaban los amarillos su área de futbolistas. Esto obligaba a los albivermellos a intentarlo más bien desde lejos que cerca.
Pero fueron tantas las embestidas que una derribó la muralla. Tres toques bastaron. El de un centro a la olla procedente de una falta, el de Djaló mandándolo al corazón del área con el interior de la zurda y el de Carrillo, que llegó en carrera antes que nadie y batió a David Gil, que al fin hincó rodilla.
No cambió la tónica. El tramo final fue una búsqueda infatigable por encontrar el colofón a un terrible asedio. La tuvo Pita para lograrlo. Lo rozó con las yemas de los dedos. En el minuto 94, un disparo suyo de falta impactó en el larguero. La madera le negó al Lugo el premio y mantuvo al Cádiz en la cumbre de Segunda.