La Juventus demostró en San Paolo, pese a ganar, que la derrota ante el Atlético de Madrid en Champions ha alterado un ecosistema que parecía perfecto. Con la mirada puesta en el choque de vuelta, el equipo pasó sin pena -pero sí con gloria por el triunfo- por un campo siempre complicado que se quedó a las puertas de una noche heroica.
Porque si alguien mereció puntuar, ese fue el Nápoles. Valiente el equipo, valiente Ancelotti. No se empequeñecieron ni con la tempranera expulsión de Meret ni por el hecho de marcharse al descanso 0-2. Fue mejor el Nápoles ante una Juve en la que Cristiano, aunque forzó la roja de Meret, estuvo absolutamente perdido.
El choque rozó lo esquizofrénico, sobre todo en la segunda parte. Tras un inicio de dudas y temores en ambos bandos, Cristiano encaró a Meret y el arquero derribó al luso en la frontal del área. Golpe leve, pero suficiente. Para colmo de males del Nápoles, Pjanic botó la falta de forma excelsa y elevó el 0-1 ante el vuelo inerte de Ospina.
Cuesta creerlo, pero el gol y la inferioridad sentó mejor al Nápoles. Zielinski chutó al poste y perdonó una ocasión clarísima en las barbas de Szczesny. Bonucci y Chiellini se volvieron locos recriminando la pasividad defensiva a sus compañeros, pero esta Juve, como todos los grandes, tiene la pegada por bandera. En el 39', Emre Can cabeceó a la red y la 'Vecchia Signora' se marchó con el partido casi decidido al descanso.
No contó Allegri con la expulsión de Pjanic en el 47'. Ingenuo el bosnio que, teniendo una amarilla, cortó un balón sin peligro con la mano. Ahí se acabó la Juve, que pasó a ser un juguete en manos del Nápoles. Entró Mertens y entre el belga e Insigne lo agitaron todo. Así, en el 61', un centro de Insigne entre los centrales lo convirtió Callejón en gol.
Ni rastro de Cristiano, ni rastro de ocasiones de la Juve. Zielinski rozó el empate en dos ocasiones al tiempo que los saques de esquina se sucedían en la portería de los de Turín. Apretó de lo lindo el Nápoles, que se encontró en el 84' con un controvertido penalti de Alex Sandro -revisado por el VAR- que Insigne mandó al poste.
Al Nápoles se le apagaron las ideas y se le acabó la gasolina. Se quedó en la orilla y a Koulibaly se le cruzó el cable y pegó una dura patada a Dybala. La acción desencadenó una trifulca entre jugadores e incluso miembros del banquillo. Fue el epílogo a un partido precioso en el que la Juve, pese a no merecerlo, se llevó otros tres puntos para casa.