Por segunda vez en cuatro días, el Barcelona salió triunfador de un 'Clásico' en la capital de España. Lejos quedan ya los tiempos en los que Guardiola maniataba por completo al Real Madrid de los Juande, Pellegrini o Mourinho. Son otros los entrenadores que han llegado después y que han convertido igualmente el templo blanco en un campo en el que los azulgranas juguetean como chiquillos.
Valverde, sin ir más lejos, lleva tres de cuatro allí. Perdió en una Supercopa de toma de contacto (2-0) que ya llegaba decidida desde Barcelona y, desde entonces, ha sumado tres claras victorias en Chamartín.
El 0-3 de la pasada campaña ya sentenció la Liga, algo que parece haber vuelto a suceder con este 0-1. Entre medias, un nuevo 0-3, esta vez en Copa, para colocar a los azulgranas en la final. Y, sobre todo, la sensación de que los azulgranas han jugado a medio gas durante bastantes minutos de ambos partidos, ganando al eterno rival con extrema suficiencia en su casa.
La conquista de Txingurri tiene más mérito por la forma en que ha sabido ganar este doble duelo a Solari. Si en el 0-3 del miércoles dio una lección táctica, jugando con el resultado de la ida, en este 0-1 superó al Real Madrid por un mejor planteamiento y la mayor calidad y concentración de sus hombres.
Un Madrid distinto
El Real Madrid, asustado por la efectividad azulgrana, no salió tan mandón como en la Copa. Los blancos confundieron una presión adelantada con un fútbol de alto ritmo y el Barcelona, que encima se traía los nueve puntos de ventaja en Liga, apenas sufrió.
De hecho, los 'culés' dispusieron de un carrusel de saques de esquina al principio, que casi llegaron fortuitamente, pues el Barça, más atento a contemporizar y sin tantas pérdidas como en el choque copero, tampoco fue demasiado incisivo al principio.
Fue la propia falta de voracidad de los locales la que poco a poco empujó adelante al Barcelona. Tras los fuegos de artificio de Benzema y Kroos, Courtois salvó un gran disparo desde la frontal de Luis Suárez en una acción que estaba invalidada por fuera de juego.
No eran tanto las ocasiones del Barça como la sensación de peligro que daban Messi, Suárez y Dembélé cada vez que entraban en contacto con el esférico. O más bien el miedo que generaban en la zaga blanca.
Tras el aviso de Suárez, Messi coqueteó con el 0-1 en una picada sobre Courtois que no fue gol por poco. La gloria estaría reservada a Rakitic, que recibió de Sergi Roberto tras un error de Ramos y aprovechó el enorme agujero en la defensa para clonar la acción del argentino. Con mejor suerte, el balcánico puso el balón por encima del belga y subió el 0-1 al electrónico.
El gol sólo estuvo discutido en la primera mitad por un latigazo de Reguilón que salió rozando el palo tras un saque de esquina. Enfrente, Sergi Roberto tenía mucho más controlado a Vinicius que Semedo, Lenglet y Piqué se convertían en colosos en la zaga y Arthur se empeñaba en dar la razón a quienes decidieron ficharle.
Todavía antes del descanso, Luis Suárez y Courtois fotocopiaron la acción anulada por fuera de juego y dejaron las cosas como estaban con un chut y una parada a la altura del enceuntro. Una altura a la que no estuvo la fea acción de Ramos con Messi por la que unos pidieron la roja y otros montaron en cólera, con Undiano mirando inexplicablemente hacia otro lado.
El Madrid no puede y el Barça no quiere
Olvidado el mayor dominio azulgrana del primer acto, el Madrid apretó el acelerador en busca de un gol que pudiera sofocar un ambiente cada vez más pesimista. No ayudó Solari desde el banquillo, desanimando a los suyos con la desangelada entrada de Valverde por un irreconocible Kroos y con la sustitución de Asensio por Bale, que lejos de reactivar al equipo sumió en una depresión mayor a la hinchada blanca, obligada a pitar al galés en su salida del campo por los últimos acontecimientos.
Entre golpe y contragolpe del Barcelona, Vinicius y Reguilón seguían metiendo centros inocentes al área para que fueran agrandando la figura de los dos centrales 'culés', con Piqué reencarnado en Puyol y Lenglet tomando nota de cada acción para el futuro.
Los últimos instantes dejaron el clásico arreón final blanco. A los 'merengues' no les valía de mucho el empate, pero querían al menos no perder delante de los suyos ante el Barça una vez más. Sus llegadas fueron una vez más atropelladas y poco finas, todo lo contrario que un Barcelona que perdonó primero con Dembélé y luego con Coutinho y hasta con Messi, ya en el tiempo añadido.
Duro varapalo para un Madrid que no gana un 'Clásico' de Liga en casa desde 2014 y que tiene su única tabla de salvación, la Champions, a la vuelta de la esquina. El Barça se va lanzado y lleno de moral tras una semana histórica y encima empieza a creerse en serio un nuevo triplete.