Sólo Manuel Neuer sabía lo que es ganar un Mundial de los once titulares. Löw apostó, ante Serbia, por un once inédito, lleno de caras nuevas y algunos debutantes, como Lukas Klostermann, lateral del RB Leipzig.
Wolfsburgo recibió a los internacionales con un 'tifo' de agradecimiento a los veteranos que acababan de ser excluidos de las convocatorias por Löw, Hummels, Boateng y Müller.
El experimento claramente hizo aguas. El centro del campo evidenció la falta de compenetración entre Kimmich y Gündogan, y Havertz y Halstenberg nada pudieron hacer para compensarlo. Lo intentaron, pero no fue suficiente.
Fruto de ello fue el gol serbio. Un córner al primer palo mal despejado que Luka Jovic, completamente solo en la frontal del área pequeña, cabeceó al palo largo donde la estirada de Manuel Neuer resultó inútil.
Serbia se adelantaba de ese modo en el marcador, y Alemania no logró reaccionar adecuadamente. Los minutos pasaban y no parecía que este equipo fuera a ser capaz de darle la vuelta al marcador.
No estaba jugando del todo mal Alemania, y prueba de ello fue el recital de paradas de Dmitrovic, guardameta del Eibar, realizó durante todo el partido. Pese a todo, Serbia rondó en más de una ocasión el 0-2. Alemania parecía demasiado frágil en defensa. Algo seguía fallando.
Había que hacer algo, y ese algo fueron los cambios. Löw metió a Ter Stegen tras el descanso, pero mucho más importante fue la entrada al campo de Marco Reus. Sustituyó a un desafortunado Kai Havertz, y Alemania empezó a carburar.
Con Reus al mando, 'die Mannschaft' hizo honor a su nombre. Havertz había dado un aire fresco al ataque alemán, pero Reus aportó la química. De su entendimiento con Gündogan y Sané empezó a surgir el verdadero peligro.
Tuvo el empate Gündogan, tras recibir un gran taconazo de Sané que le plantó mano a mano con Dmitrovic. Tras sentar al arquero serbio, remató a placer, pero Maksimovic le sacó el balón bajo palos.
Hasta la fragilidad defensiva del primer tiempo cayó en el olvido. Ter Stegen se pasó prácticamente inédito el segundo periodo. Pero seguía faltando el gol.
No desistió Alemania, subió líneas y entonces lo encontró. Forzando el fallo de Spajic a la hora de sacar jugado el balón, recibió Marco Reus, asistió a Leon Goretzka, entrado mediado el segundo tiempo en lugar de Brandt, y con un derechazo este fusiló, por fin, a Dmitrovic.
Alemania volvía a sonreir, pero el partido acabó por afearse al final. Lukas Klostermann cayó lesionado con el tiempo cumplido, y Leroy Sané se llevó un feísimo patadón de Pavkov en el tiempo añadido que le costó la roja directa al serbio. Los dos tuvieron que ser cambiados.
Löw vio como al final, lo que evidenciaba una mejoría de su selección, pudo terminar con dos jugadores lesionados. Las sensaciones de la nueva Alemania de Löw son encontradas, pero se empieza a atisbar la luz al final del túnel.