Una mafia en San Siro: así operaban los capos radicales de Inter y Milan

El arresto de 18 personas asociadas a los grupos radicales de Inter y Milan ha puesto en el foco a los ultras de ambos equipos. Se les imputan cargos de asociación ilícita, agravada por el método mafioso, extorsión, lesiones y otros delitos graves. Con los principales líderes en la cárcel, y algunos exponentes asesinados en las últimas semanas, los detalles de sus operaciones han empezado a trascender.
A inicios de septiembre, la Curva Nord del Inter ya acabó en las portadas. Uno de sus miembros, Antonio Bellocco, murió asesinado en una reyerta en la localidad de Cernusco sul Naviglio. Bellocco, además, tenía lazos con la mafia calabresa, la 'ndrangheta. El autor fue Andrea Beretta, otro radical 'nerazzurro’, quien ha iniciado a colaborar con la justicia, como cuentan 'La Verità’ o 'La Repubblica’.
Las operaciones de los ultras de los dos equipos se sustentaban en un pacto de no agresión suscrito a inicios de 2023 (antes del derbi de Champions). Los ultras de Inter y Milan, enemigos acérrimos en el campo, colaboraban fuera de este para controlar diversas actividades en las inmediaciones de San Siro. Es el caso, por ejemplo, de los aparcamientos, un negocio más que lucrativo para la hinchada organizada.
Uno de los detenidos, el emprendedor Gherardo Zaccagni, gestionaba los aparcamientos del Giuseppe Meazza por medio de sus sociedades. Zaccagni se había asociado con Beretta, quien percibía parte de los ingresos, como ha revelado 'Il Giornale’. Otro diario, el 'Corriere della Sera’, explica que los grupos ultra imponían mordidas con carácter mensual en los ingresos de los 'parkings’. Zaccagni, en unas escuchas telefónicas, hablaba de recaudaciones por valor de 80.000 euros al mes.
El brazo de los ultras se extendía a la alimentación. Los radicales controlaban el acceso de vendedores de bebidas y bocadillos al estadio, y tenían en su mano también los puestos de comida rápida fuera del Meazza. Una operación más compleja de lo que parece, explica 'Il Giornale’. Los ultras incluso planificaban los movimientos que seguir en caso de que Inter y Milan abandonen San Siro en favor de un nuevo estadio.
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Otro de los negocios más jugosos para las curvas se encontraba en la reventa. 'La Gazzetta dello Sport’ saca a la luz las figuras de dos mujeres, las tesoreras de cada curva: Debora Turiello (Inter) y Roberta Grassi (Milan). Turiello había ganado posiciones en la Curva Nord en los últimos años, y tenía en el conocido como 'baretto’ de Corso Sempione (centro de operaciones extraoficial de los ultras interistas) el epicentro de la reventa de entradas. El 'baretto’ es también el lugar de la cúpula de la Curva Nord para las reuniones díganse oficiales.
Turiello, además, estaba al frente de la sociedad 'We Are Milano'. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro sostenida por la Curva Nord del Inter. En los últimos años había impulsado diversas recogidas benéficas en favor de hospitales. Sin embargo, el auto judicial valora que 'We Are Milano’ fuese una pantalla de la Curva Nord para las relaciones con la directiva del Inter y para la evasión fiscal.
Y, en un cierto punto, la 'ndrangheta entra en la partida. Los fiscales Storari y Ombra, a cargo de la investigación, hablan de un "progresivo acercamiento de la Curva Sud al crimen organizado calabrés". Uno de los perfiles de interés en este sentido lleva a Rosario Calabria. Este ultra milanista es, además, hijo de un importante miembro de la 'ndrangheta de la localidad milanesa de Buccinasco.
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La 'ndrangheta, por otro lado, tenía en Bellocco su puerta de entrada a la Curva Nord. El fallecido ultra interista albergaba sospechas de la gestión económica de Beretta. Con este pretexto, la 'ndrangheta quería intervenir en la hinchada organizada del Inter. Las sospechas cruzadas son una constante en la Curva Nord, que vio asesinado en 2022 a otro de sus capos: Vittorio Boiocchi.
La investigación continúa esclareciendo la organización criminal que se escondía detrás de tifos y mosaicos. Los principales líderes, como Marco Ferdico (Inter) y Luca Lucci (Milan) se han acogido a su derecho a no declarar. En tanto, Inter y Milan miran de reojo la situación, esperando librarse de sanciones. Son las consecuencias de la demasiado estrecha relación que los ultras han logrado tejer en Italia con algunos clubes, de forma oficial o extraoficial.