Al Eibar no le va a ser tan sencillo ascender a Primera División. El cuadro 'armero', siempre favorito en su estadio, tuvo en su mano la victoria frente al Mirandés pero los 'jabatos' le empataron a falta de diez minutos del final.
El cuadro de Etxebarria le complicó las cosas durante los 90 minutos -su presión era altísima- y obtuvo su recompensa con todo merecimiento. Los de Garitano no hicieron prácticamente nada y se encontraron un penalti en una acción fantástica de Corpas.
Los tantos llegaron en la segunda mitad, un tramo en el que el partido estuvo muy entretenido. La primera parte fue un auténtico tostón, lo único reseñable fue el tanto anulado al Mirandés pasada la media hora de juego y el remate al palo de Íñigo Vicente.
En el 34', Rodrigo Riquelme le pegó desde la frontal, desvió Venancio y el balón fue para dentro. El árbitro recibió el aviso de la sala VOR y el gol no lo dio por válido porque Íñigo Vicente recibió el pase previo de su compañero en posición antirreglamentaria.
Los 'jabatos' metieron el miedo en el cuerpo a su rival al igual que al filo del descanso. El propio Íñigo Vicente apareció completamente solo por la izquierda y estrelló el balón en el poste tras picar el esférico ante el cancerbero.
Y de lo que pudo ser el 0-1 al 1-0. Tras la reanudación, el Eibar se encontró con un penalti. Álex López se comió el recorte de Corpas y lo barrió dentro del área. El árbitro no tuvo dudas e indicó el punto fatídico. Stoichkov tomó la responsabilidad y fusiló al portero.
El Mirandés, lejos de arrugarse, mejoró en su juego y apretó de lo lindo a su oponente. Después de varios acertamientos peligrosos, Marqués tuvo que saltar al terreno de juego y empató el partido en un córner botado por Rodrigo Riquelme.
A diez minutos del final, el venezolano se anticipó al primer palo y con un gran cabezazo igualó las cosas. Cualquiera pudo llevarse el gato al agua en el final. El que más cerca estuvo de la victoria fue el Eibar en una volea de Chema, pero apareció Raúl Lizoain.
Justo reparto de puntos en Ipurua que hace más bien a los 'jabatos' en su lucha por la salvación que a los 'armeros', que ya tienen al Valladolid pisándole los talones.