Retamero, nacido en Valladolid en 1974, es uno de los muchos españoles que ha salido de nuestras fronteras para ganarse la vida con el fútbol. Como entrenador en vez de jugador, en este caso.
Comenzó haciéndose un nombre a nivel local entrenando al Íscar, y de ahí dio el salto al Valladolid B. Pero pronto dio muestras de su inquietud y gusto por los viajes. Primera parada, Libia.
Sí, nada menos que Libia. Llegó al Al Ittihad, el club más laureado del país norteafricano, en 2014. Justo cuando el avispero provocado por Occidente en la zona volvía a agitarse. Gaddafi llevaba tres años muerto, pero eso no había arreglado los problemas de la zona.
"El fútbol era de las pocas cosas que se respetaba en Libia. Durante los partidos no había ningún conflicto", asegura Retamero, sobre su experiencia en Trípoli.
Sin embargo, el vallisoletano no duda en reconocer que alguna vez pasó miedo, como cuando al poco de aterrizar, en uno de sus primeros partidos (era director técnico de la cantera del Al Ittihad), tres desconocidos irrumpieron a la carrera en el terreno de juego.
"En un partido de los cadetes del Al-Ittihad escuché dos o tres tiros y de repente cruzaron el campo tres personas huyendo. Una estaba coja con un disparo en la pierna. Y el partido, jugándose", relató al diario 'El Norte de Castilla'.
Al citado medio le relató muchas anécdotas de gran tensión, tras las que le llegó una oferta desde Bahrein que no pudo rechazar. Pasó a ser el seleccionador Sub 19 y director deportivo de la Federación.
"Falta mucha cultura del esfuerzo. Es gente que ha crecido con todo y no ha tenido que luchar por nada en su vida, por tanto es muy difícil inculcarles el esfuerzo. De hecho, en ocasiones en los entrenamientos faltaban muchos jugadores, el calendario liguero coincidía con los partidos de la selección", explicó a 'MARCA'.
Su siguiente etapa fue en la India, al Aizawl de la región de Mizoram. Su estancia en el subcontinente indostánico fue breve, pero intensa y fructífera. Volvió a Bahrein, también brevemente, para entrenar a un equipo de Segunda, el Budaiya.
Y tras una brevísima escala en Estados Unidos aterrizó en su actual destino, el fútbol mongol. "Pese a que el club apenas tiene dos años de vida, peleamos la Liga con el Erchim, club histórico, y al final quedamos segundos. En Copa les eliminamos y la acabamos ganando", explicó a 'MARCA' Retamero, sobre sus primeros meses al frente del Ulaanbatar de la capital mongola.
"Allí el deporte nacional son las carreras de caballo y la lucha. Tienen un carácter muy fuerte y las discusiones las solucionan a golpes. Por ejemplo, si el capitán reñía a otro jugador, lo hacía con un buen golpe, incluso con alguna 'llave' de arte marcial. Al principio trataba de detener las peleas pero luego comprendí que forma parte de su cultura", añadió.
Sin duda, todo un trotamundos con anécdotas como para entretener a cualquiera un día o dos. Y las que le quedan.