En abril de 2015, el Barcelona llegó a Balaídos jugándosela para seguir optando al título de Liga, algo que acabó consiguiendo para rematar el triplete con Luis Enrique.
Aquel día, un Barça gris acabó encontrando portería gracias a una jugada del laboratorio de Unzué con una falta lateral botada por Xavi que remató a la escuadra Mathieu, haciéndose cada vez más fuerte en este tipo de jugadas.
Un gol de estrategia que dejó muy tocado al Celta, incapaz de reaccionar en los pocos minutos que restaban. El Barça sufrió, pero sumó tres puntos que acercaron un poco más el título.