Empieza a ser costumbre que Ángel María Villar se pase por la sede de la Federación cada miércoles, pero no está clara la razón, porque al que fuera su despacho no puede acceder, ya que le han cambiado la cerradura, informa el diario 'AS'.
Villar no apareció por la Ciudad del Fútbol el pasado miércoles, y, a cambio, se pasó por ella este viernes. Villar, metido de lleno en una pelea legal por recurrir se inhabilitación, sueña con volver a presidir la RFEF si logra salirse con la suya.
Se da la circunstancia de que hoy coincidió en la Federación con su hijo Gorka, también metido de lleno en los turbios asuntos de su padre, pero autorizado a pisar el edificio al estar acreditado para asistir a un congreso sobre derecho en el fútbol celebrado allí.