Algunos ya celebran el sexto Balón de Oro de Cristiano Ronaldo, pero falta mucho para la ceremonia de entrega. Y además hay una cita inexcusable enmedio, el Mundial de Rusia 2018.
Brillar en el Mundial es condición indispensable para ser el ganador del Balón de Oro. O al menos lo era. Porque los de 2010 y 2014 fueron dos de los más injustos jamás entregados.
El que coincidió con el Mundial de Sudáfrica 2010 se lo llevó Leo Messi, por delante de los campeones Iniesta y Xavi. Argentina cayó 4-0 en cuartos contra Alemania, a donde llegó tras una plácida fase de grupos (Corea, Grecia y Nigeria fueron sus rivales) y apear a México en octavos.
Y el de Brasil 2014, tres cuartas partes de lo mismo. Se lo llevó Cristiano Ronaldo, por delante Messi, subcampeón en Brasil, y Manuel Neuer, el arquero de la selección ganadora del Mundial. Portugal cayó en fase de grupos.
Se dice que el Mundial decide los Balones de Oro, pero eso al menos no ha ocurrido en la época en la que lo entregaba la FIFA (entre 2010 y 2015).
Cuando era decisión de 'L'Équipe', más o menos resultaba decisivo. En 2006 lo ganó Fabio Cannavaro, campeón con Italia en Alemania; en 2002, Ronaldo Nazario, ganador en Corea y Japón; en 1998 lo ganó Zidane, referente de aquella imparable Selección Francesa.
Pero de un tiempo a esta parte, el Balón de Oro se ha convertido en un concurso de popularidad con sólo dos participantes y una larga retahíla de comparsas. Los dos últimos Mundiales para nada influyeron.
Algunos, sobre todo los fans de Messi, esperan que en éste las cosas cambien. Porque la Champions de Cristiano, pese a su discreta final, ha eclipsado el doblete del argentino. Y ni que decir tiene de la sombra que ha hecho a la genial temporada de Salah, de la que apenas se recordará más que se lesionó al poco de comenzar la final de Kiev.