Agoney, de promesa 'merengue' a jugar en la Tercera Canaria

El fútbol, como la vida misma, es una sucesión de hechos en la que mínimos detalles pueden determinar desenlaces muy diferentes. Lo sabe bien Agoney González. El jugador canario era en 2015 una de las promesas de la cantera del Real Madrid. Tras lesionarse, ahora juega en el Tenisca, un club modesto de Tercera División. Pudo ser mucho peor, tal y como relató este miércoles en una charla desde La Palma con el diario 'Marca'.

"Pensé dejar el fútbol. He estado siempre cerca del mar, me gusta el mar y lo primero que pensé fue enrolarme en un barco, marcharme tres o cuatro meses al agua y volver", aseguró el jugador, quien sufrió un auténtico calvario tras romperse dos veces los ligamentos recién aterrizado en el Borussia Dortmund.

"Me rompí los ligamentos del tobillo dos veces. La primera, en una jugada durante un partido, por la que estuve cuatro meses recuperándome. En el primer entrenamiento con el grupo volví a recaer, estuve otros cuatro meses y me perdí la temporada entera", lamentó. Un infortunio que estuvo a punto de retirarle del fútbol en el momento más prometedor de su carrera y tras haber llegado con el Real Madrid Juvenil a la 'Final Four' de la primera edición de la Youth League.

Agoney, sin embargo, no bajó los brazos. Todo lo contrario. Superó los baches y sacó de su cabeza la idea de colgar las botas. "Me convencieron para que jugase en el equipo de mi pueblo. Me fui al Saucillo, de Segunda Regional, e hice 25 goles que me sirvieron para que me llamara el filial de Las Palmas", recordó durante la entrevista.

Tras una nueva etapa en el Gran Tarajal, el futbolista acabó recalando en el Tenisca: club de la isla de La Palma. "Vamos segundos y llevo 13 goles. Este sitio es increíble, se vive el fútbol como no lo había vivido ni en Madrid ni en Alemania. Aquí el derbi es contra el Mensajero y en la isla vas por la calle y la gente es del Tenisca o del Mensajero", afirmó. En el último choque liguero marcó un golazo que habría firmado el mismo Maradona. Los caminos del fútbol, como los de la vida, son inescrutables.