Los cambios de entrenador, cada vez más habituales en todas las categorías e incluso deportes, volvieron a mostrarse inservibles en el caso de LaLiga SmartBank, en la que los 4 equipos que descendieron, pese al 'baile' en sus respectivos banquillos, encontraron en estos relevos más un castigo que una solución.
El conjunto que más buscó enderezar el rumbo sin resultado positivo fue el CD Lugo, que llegó a contar en la actual temporada con hasta 4 entrenadores, sin que ninguno de ellos lograra el objetivo de una permanencia que ya, en anteriores ocasiones, se había conseguido en el equipo lucense tras probar los cambios en su banquillo.
De esta manera, Hernán Pérez tomó el mando del proyecto gallego en el arranque de campeonato, debutando en la categoría, como también lo hacía su sustituto Fran Justo, sin éxito igualmente, para continuar otro novel, Joan Carrillo, y concluir el vasco Íñigo Vélez, con el que acabaron la liga y que se había estrenado, siendo destituido, la campaña anterior con el SD Amorebieta.
El equipo que precedió a los lucenses, el UD Ibiza también buscó soluciones desde el cambio de inquilino en el banquillo, donde inició la temporada el debutante Javi Baraja para después dar un giro el presidente, Amadeo Salvo, radical en su propuesta y optar por la experiencia y veteranía de Juan Antonio Anquela.
Sin embargo, el paso del andaluz por el equipo balear fue fugaz, optando entonces por otra apuesta de sobrada experiencia, tanto en Primera como en Segunda División, con el onubense Lucas Alcaraz, que tampoco fue capaz de enderezar el rumbo y con el que terminó el campeonato.
El 3º equipo que acabó penando su irregularidad con el descenso fue el Málaga que ya venía de una temporada anterior también convulsa y que no tuvo excesiva paciencia con Pablo Guede, que fue suplido por la apuesta, parecía de solvencia, de Pepe Mel, que también fue destituido para tomar el mando un extécnico como Sergio Pellicer.
El que ya había sido artífice de una permanencia malaguista anterior no fue capaz en esta ocasión de repetir la experiencia exitosa y los andaluces acabaron sufriendo el descenso cuando su proyecto era mucho más ambicioso para la actual temporada.
El último conjunto que pagará su penas en la Primera Federación, la SD Ponferradina, repitió el ejemplo de sus compañeros de viaje a la tercera categoría y con idéntico resultado.
La Deportiva decidió apostar por un modelo completamente diferente al que tenía Jon Pérez Bolo, con el que había logrado el ascenso y 3 permanencias en la Liga SmartBank, en 2 de ellas incluso coqueteando con el 'play off' y dio el banquillo al portugués José Gomes, que no había rematado el ambicioso proyecto que tuvo en el UD Almería.
Pese a la atractiva propuesta futbolística, el técnico de Matosinhos fue destituido antes de concluir el año y suplido por un modelo diametralmente opuesto, el del barcelonés David Gallego que tampoco logró enderezar el rumbo hasta que el presidente José Fernández Nieto buscó el talismán de un Juanfran García que había obrado el milagro en Lugo dos temporadas antes.
En el tramo final, el valenciano mejoró ligeramente los datos de sus predecesores, pero sin impedir que se consumara matemáticamente el descenso, después de 4 campañas consecutivas en la categoría de plata, a falta de 2 jornadas para el final del campeonato.
El equipo berciano volvía a vivir la misma experiencia que en su descenso anterior en la temporada 2015-16, cuando también buscó continuos giros en su trayectoria pasando por el banquillo José Manuel Díaz, Fabri González o la dupla formada por Tomás Nistal y Rubén Vega, éstos en 2 etapas en esa temporada que acabaron cerrando sin éxito.