Echar la vista atrás a veces duele. El City, un club que tras pasar una suerte de época dorada hace ya muchos años comenzó a vagar por la clase media inglesa, se empeñó a mediados de la pasada década en ser un grande.
Empezaron a llover los millones, se empezaron a hacer grandes fichajes. Se empezó a invertir dinero a manos llenas. Habían llegado los nuevos dueños y el City se había convertido en un 'nuevo rico'.
El City, ese club que en 2002 jugó en el Championship (entonces First Division), quería ser un grande de la Premier. Pasó de fichar a Isaksson, Corradi, Corluka, Bianchi o Elano (todos ellos, en dos temporadas, por un total de 43 millones), a fichar a Robinho en 2008 por ese mismo precio.
Pero la brutal inversión de al 2008-09 no evitó un ridículo que aún hoy es recordado por los detractores del City y de la idea de fútbol que el club 'skyblue' abandera.
Porque aquel City quedó décimo en la Premier, y se quedó sin jugar en Europa. 157 millones de euros para quedar por detrás de media liga. Casi 160 millones que no ocultaron el descalabro de última jornada que los 'citizens' protagonizaron la temporada anterior.
18 de mayo de 2019
Si hay una fecha que los 'haters' del City tienen grabada a fuego, esa es el 11 de mayo de 2008, el día que el club azul celeste de Mánchester perdió 8-1 en casa del Middlesbrough.
Pero el tiempo jugó a favor del City. El flujo de dinero no cesó, y ahora se permite el lujo de pelear de tú a tú con los grandes de Inglaterra. Más aún, se ha convertido en el dominador del panorama futbolístico inglés.
Con la consecución de la segunda Premier consecutiva, y del primer triplete doméstico de la historia de Inglaterra, el City ha hecho historia.
Se le seguirá recordando a sus fans aquel infame 8-1, o que la Champions se les atraganta, pero nadie podrá negar lo evidente: que gracias a ese dinero y a esa constancia, el Manchester City ya es, con todo el derecho del mundo, un grande.