Decía Marcelino que no le gustaba el turno de las 14.00 porque es horario para comer y no para jugar al fútbol. Este que escribe no puede estar más de acuerdo con él. Pero el técnico del Villarreal faltó a su palabra. Entiéndase comer como metáfora para este partido en el que había en juego tres puntos y ni Alavés ni Villarreal han conseguido alimentarse con la porción completa del pastel. Pero sacia a ambos en esa carrera por dejar cada vez más lejos los puestos de descenso. La derrota del Cádiz lo propició.
El partido tuvo dos partes bien distintas. La primera, en este menú de sábado, nada ligera. Tuvo de todo: un inicio trepidante, con una primera ocasión del Villarreal en un remate de Gerard Moreno que atrapó Sivera. Respuestas constantes de un Alavés que se topó con el palo en un disparo de Guridi con pierna derecha. Al minuto 11, el cuadro 'babazorro' ya había contado tres ocasiones. Enorme un Álex Sola que se ha ganado a pulso su titularidad en el costado derecho. Energía y desborde para darle el inicio de tarde a Cuenca, que hizo de improvisado lateral zurdo para sorpresa de todos.
Y no se escapa Samu Omorodion. El chico tiene imán: todo balón aéreo cae en su territorio y casi todos los balones que pasan por el área rival acaban en un remate del jugador cedido por el Atlético. En esta ocasión, un centro al segundo palo de Sola encontró la testa del joven atacante del Alavés, que cambió de palo para hacer imposible el intento de parada de Jörgensen. Octava diana con el cuadro vitoriano, la novena en Liga si contamos la que se apuntó con el Granada. Un 1-0 que noqueó por momentos al Villarreal.
Capricho del destino, cuando estaba más cerca el 2-0 del Alavés, fue Cuenca, quizás el eslabón débil del 'submarino amarillo' en la primera parte por las constantes internadas de Sola aprovechando esa improvisada posición del defensor como lateral zurdo, el que niveló de nuevo el partido. Un córner botado por Álex Baena encontró al '5', que celebró con rabia el 1-1. Casi un calco en la banda fue el gesto de rabia de Marcelino. Una primera parte que, pese a ese 1-1, pudo dejar más goles para ambos bandos. Intentos de Sorloth, Gerard Moreno, más de Rioja o Sola. Pero la película fue algo más lenta en su último tramo.
Un punto que no deja enfados
El partido entreó en una clara línea descendente en la segunda mitad con el paso de los minutos. Aguantó en un primer tramo en el que Ilias Akhomach se echó el equipo a la espalda. Varias acciones individuales del internacional con Marruecos derivaron en centros peligrosos al interior del área. Sivera sacó un gol cantado de Sorloth en un remate abajo que era el 1-2. Se apagó ligeramente el Alavés, que se encontró con una segunda lesión, tras la primera de Rafa Marín, de Javi López. Entró por él Carlos Vicente y Sola retrocedió unos metros para hacer de lateral.
El pelirrojo, con ese aura que le caracteriza desde su llegada, tuvo la primera nada más entrar al césped. Un balón desde la izquierda de Guridi fue un caramelo para Carlos Vicente, que no atinó para precisar como debía ese remate de cabeza que se le fue alto. A partir de ahí, el partido entró en un bucle de respeto o falta de soluciones en ataque que acabó en una casi firma de este empate. Solo un arreón final del cuadro 'babazorro' amenazó con cambiar el resultado.
Hagi, que entró en el último tramo, recibió en el interior del área y, en un habilidoso regate, consiguió hacerse hueco para meter un balón al área que, cómo no, acabó en los dominios de Samu Omorodion. Atacó el primer palo y remató, aunque desviado, un disparo a bocajarro que aceleró las pulsaciones del Villarreal. Al final, reparto de puntos para seguir la escapada respecto a los puestos de descenso. Una primera parte que firmaría cualquier aficionado neutral. La segunda se pareció poco a eso. 27 puntos para los de Vitoria; 25 en los amarillos.