Seguro que has escuchado en más de una ocasión eso de que "el Girona tiene que pinchar", "esto no va a durar toda la vida", "se va a desinflar"... y una larga lista de las típicas frases de esos agoreros que no confían en que el conjunto gerundense se mantenga en la cima. Sin embargo, este equipo se ha propuesto dejar a todos con la boca abierta este curso y, de momento, lo está consiguiendo. El conjunto de Míchel ha conseguido enamorar a todo el mundo con su fútbol, sencillo, pero a la vez eficaz y certero. Tanto que, ante el Alavés, el cuadro gerundense consiguió su 14ª victoria en Liga en lo que va de campaña.
Y es que desde los primeros compases del encuentro ya se pudo observar a un conjunto local que tenía ganas de recuperar lo que, por méritos propios, estaba siendo suyo. Nada más y nada menos que el liderato.
Sin Tsygankov por unas molestias, Portu pidió permiso para entrar en ese tridente formado por Dovbyk, Savinho y el '8' que tan buenos resultados está teniendo ese año. El extremo no dejó de encarar una y otra vez y encontró a su socio perfecto: Yan Couto. Ambos no cesaron en su intento de desarbolar la zaga 'babazorra', que se mantuvo como principal premisa el detenerlos, pero cuyo cometido no fue posible.
Y tras una serie de intentos, el Girona rompió el hielo superado el ecuador de la primera parte. No perdonó Dovbyk y puso el 1-0 en el marcador. Disparo de Yan Couto que repelió Sivera, pero el rechace le quedó franco al ucraniano y, de cabeza, colocó el primero en el marcador. Dudó por si estaba en posición antirreglamentaria, pero las imágenes corroboraron que estaba en posición legal.
Siguió estando muy cómodo el conjunto catalán sobre el campo, pero el Alavés trató de estirarse. El plan estuvo francamente claro y ese no fue otro que el de buscar la cabeza o la carrera de Samu Omorodion. Las tuvo el joven delantero, aunque ninguno de sus remates causó grandes estragos en un Gazzaniga prácticamente inédito en todo lo que fue de partido.
Así, al filo del descanso, el Girona aumentó su ventaja. Un gol que nació de la asociación de los dos traviesos anteriormente mencionados. Comenzó la jugada el propio Portu, que se apoyó en Yan Couto. Este esperó el momento justo y le devolvió el pase a su compañero, que remató de forma ajustada y mandó la pelota al fondo de la red por la derecha de la meta defendida por Sivera. No hubo tiempo para mucho más en la primera parte, aunque el Girona volvió dejar patente su superioridad ante un rival.
Los segundos 45 minutos arrancaron con un Deportivo Alavés que trató de proponer algo más y, al menos, finalizar las jugadas que tuvo. Le salió bien al cuadro vitoriano en los primeros minutos, aunque muy poco le duró la alegría.
Lo que tardó Yan Couto en internarse en el área y ser derribado por Javi López, lo que hizo que Hernández Maeso señalase el punto de penalti. Dovbyk, que no se echó atrás ni mucho menos, transformó la pena máxima y el 3-0 subió al marcador.
Comenzó a gustar el Girona y quiso más. Quizás esa sea una de las grandes razones de su éxito, que nunca se viene abajo y que mantiene la concentración hasta el final de los 90 minutos, buscando aumentar aún más el marcador.
Mientras tanto, el Alavés quiso maquillar un resultado que ya pareció prácticamente irrevocable, aunque la realidad es que no le llegó para romper la imbatibilidad de Gazzaniga esta noche.
Buscó el Girona el cuarto una y otra vez, pero no tuvo la precisión suficiente para llevarlo a cabo. El encuentro entró en su recta final y Duarte casi sorprende al portero rival con un zapatazo desde la frontal del área que pegó en la escuadra y la pelota salió repelida. No pasó nada más y Hernández Maeso decretó el final del tiempo reglamentario en lo que fue, una vez más, una gran noche en Montilivi para un equipo que no quiere parar de soñar.