Las competiciones coperas les están dando una lección a los equipos grandes en apuros. Hay que dejar los nombres y volver al trabajo. El Middlesbrough ganó al Chelsea en su partido de ida de semifinales de la EFL Cup con una actuación trabajada, planificada, ordenada y disciplinada. Los de Michael Carrick pasaron prácticamente todo el encuentro sin salirse de su estructura inicial y su idea, que se tradujo en un triunfo por la mínima.
El 'Boro', que milita en Segunda División, se centró más en el plano defensivo que en el ofensivo, como es lógico por la menor calidad de su vestuario. Su entrenador apostó por una línea de cinco defensas, dos hombres en el mediocampo y tres arriba para presionar en cuanto los 'blues' rebasaban la línea de la medular. El dibujo se iba transformando según las necesidades del momento con algún jugador saltando de la raya más avanzada a la central, de la central a la de atrás, de la de atrás a la del centro y viceversa.
El mecanismo funcionó tan bien que, en casi todo el choque, la única herramienta de Mauricio Pochettino arriba fue un Noni Madueke que siempre estaba demasiado solo. Probó eslálones, regates, recortes, centros y disparos partiendo desde la banda derecha, pero, sin un delantero centro rematador que le apoyara y ante un Lukas Engel soberbio, sobre todo en el primer acto, la frustración marcó su visita a Riverside.
Cole Palmer hacía de delantero y no respondió cuando debió. Dispuso de tres ocasiones claras bien para poner por delante al Chelsea o bien para empatar el partido y las desperdició todas. La primera, la más clara, se dio tras un mal pase de Howson delante de su propia frontal. El ex del Manchester City interceptó y, con tiempo de sobra para pensarse la definición, chutó demasiado a un lado. Al borde del descanso, sí que exigió lo mejor del portero local, Tom Glover, que sacó una mano derecha providencial abajo para negarle un tiro raso tras un envío filtrado de Moisés Caicedo.
Al '20' de la expedición de Stamford Bridge le vino fatal que los errores del cancerbero contrario, que cometió un par que pudieron salirle caro a su equipo, no encontraran consecuencia en el luminoso, pero sí sus aciertos, como el referido en el párrafo anterior. En un córner, salió a despejar de puños cuando un zaguero ya lo estaba haciendo y, más adelante, dejó escapar un tiro fácil desde la media luna. Así nació la otra oportunidad del 'blue', que, con tan poco margen para reaccionar, remató arriba.
January 9, 2024
Otro jugador que protagonizó algún desbarajuste fue Matt Clarke, que tuvo que entrar desde el banquillo en el minuto 20 porque Bangura, el lateral titular, se había lesionado. Un cuarto de hora antes, el afectado había sido Latte Lath y le sustituyó Joshua Coburn. Ninguno de los dos brilló tanto como su relevado y ni por esas pudo el elenco londinense aprovechar el imprevisto en los planes de Michael Carrick, que difícilmente imaginaba esta mala suerte.
Volviendo a Clarke, se convirtió en el recoveco más débil del blindaje del Middlesbrough con el avance de la segunda mitad, pero el Chelsea no fue capaz de aprovecharlo ni cuando un centro no encontraba el despeje que necesitaba ni cuando el '5' se veía sobrepasado por algún regate. Puede resultar, y resulta, injusto subrayar los errores en una actuación tan firme por parte del 'Boro'. Es necesario para explicar las opciones que a los visitantes se les presentaron y que malgastaron.
Los anfitriones, en cambio, aplicaron una máxima que muchos técnicos de élite tienen serigrafiada en el subconsciente: lo que importa no es la cantidad de ocasiones, sino la calidad de las mismas. El equipo se entregó a una apuesta por el juego directo que no solo sucedía cuando había que salir a la contra, sino también cuando los defensas manejaban la pelota atrás y detectaban desmarques a la espalda del sistema de Pochettino.
Esta fue la base del único gol del choque, obra de Hayden Hackney. Isaiah Jones recibió un balón en largo desde atrás, esprintó por la banda derecha y, ya cerca de la línea de fondo, pasó raso a un lado, donde esperaba el '7' para rematar, a placer, rodeado por un Axel Disasi que no calculó bien cuándo tenía que llegar a la zona y un Moisés Caicedo que, directamente, no llegó. Su resolución de la jugada, pegada al césped, valió de sobra para superar a Petrovic, que poco podía hacer.
Cuando la pelota se alojó en las redes, las gradas estallaron en júbilo con esos rostros que gustan tanto ver cuando un humilde da la sorpresa ante un conjunto plagado de nombres reconocibles. Es el triunfo del trabajo bien hecho hasta el punto de que el autor del 1-0 es un chico formado en la casa. Al Chelsea le queda la reválida del duelo de vuelta y, si se toma la derrota con filosofía, empezará a acompañar sus brillantes onces de un planteamiento a la altura.
January 9, 2024